Por Tito González
El beticismo ha explotado. Y ya venía siendo hora. La imagen del equipo en San Mamés fue tan lamentable, que el mayor de los defensores de los jugadores se ha quedado sin argumentos. Faltan muchas cosas, pero sobre todo actitud para ganar partidos. Se creen superiores y que están por encima de lo bueno y lo malo y eso no puede ser. Con esa forma de saltar al terreno de juego, llegan los suplentes de la discretísima plantilla del Athletic de Bilbao y te mojan la oreja. Eso ha terminado de enfadar a los sufridores béticos, que llevan cuatro años aguantando a futbolistas con sueldos de equipo grande y que quieren objetivos de equipo pequeño.
Y está claro que la violencia no es el camino a seguir. Pero no es menos cierto que la plantilla tiene que saber que representa a una entidad centenaria y que no puede arrastrarse por los campos de Primera. Ahora ya las críticas no van hacia Lopera, que también tendrá su parte de culpa. Van hacia los jugadores. El domingo saldrán al campo sabiendo que tienen que dejarse hasta la última gota de sudor en la camiseta verdiblanca. La afición seguro que los apoyará desde el minuto uno hasta el noventa. O al menos eso es lo que deberían hacer para derrotar al relajado Almería que llegará sin nada en juego. Eso sí. Al acabar diga lo que diga el marcador, la pitada debe ser recordada para la posteridad. Dejémonos de olas si se logra la salvación. Aunque no se baje, y esperemos que no sea así, la campaña vuelve a ser un fracaso absoluto y eso no se puede volver a repetir.