Atlas o Atlante era un personaje de la mitología griega al que Zeus, dios de dioses, castigó con la obligación de cargar sobre sus espaldas con el peso de todo el firmamento. La condena impuesta por el padre de dioses y hombres, le fue impuesta a Atlas por haber liderado a los titanes en la guerra contra los olímpicos que finalmente perdieron los primeros. Hoy, Federico Chiesa se siente un titán como Atlante, pero lo que para la figura mitológica era una pena, para el jugador de la Fiorentina es un gran estímulo.
El atacante de sólo 20 años y nacido en Génova es hijo del legendario Enrico, delantero que fue del mítico Parma de la década de los 90 entre otros equipos. Su bisoñez sólo se ve reflejada en su edad, puesto que el talentoso jugador no ha disfrutado de una adaptación progresiva a una competición tan exigente como la Serie A.
En la temporada de su debut en el certamen italiano (2016/17), Chiesa ya disputó 27 encuentros anotando 3 goles y la pasada campaña la cifra se elevó a 36 encuentros con 6 goles. En esta edición ya suma 7 apariciones con dos goles en su haber. Su crecimiento está fuera de toda duda y más allá de ser un proyecto de futuro por su corta edad, Chiesa es ya una realidad.
Partiendo desde la banda -ya lo hemos visto en ambas- pero pudiendo ocupar prácticamente todas las demarcaciones del frente de ataque, Chiesa se ha echado a las espaldas a un histórico de la Serie A como la Fiorentina.
Sin el brazalete de capitán aún -es cuestión de tiempo-, el menudo jugador ligur ha quemado etapas de forma fulgurante, puesto que ya ha disputado siete encuentros con la absoluta de Italia y ha jugado competición europea.
Veloz, con regate y desborde, y efectivo en la toma de decisiones sobre el césped, hace mejores a sus compañeros y tiene cualidades de sobra para ser un futbolista que marque una etapa en el fútbol italiano
La Fiorentina ocupa actualmente plaza de Liga de Campeones tras haber conseguido 13 puntos de 21 posibles y hay pocas dudas acerca de cuál ha sido el futbolista viola más determinante.
Más allá de que los números coloquen a los de Florencia en las posiciones más altas de la tabla, los de Pioli -la plantilla más joven de la Serie A- han sembrado varios interrogantes en este comienzo de temporada. Gio Simeone no encuentra su mejor nivel, la incertidumbre reina alrededor de un centro del campo que no termina de convencer y el acompañante del propio 'Cholito' y Chiesa aún no está del todo claro.
Quien deja pocas dudas es el propio Chiesa, que este domingo, ante la Atalanta, volvió a ser determinante forzando un penalti cuando el partido parecía estar bloqueado y el resultado se encaminaba hacia el empate.
Más allá de sus innegables cualidades físicas y técnicas, Chiesa desprende sobre el terreno de juego una personalidad digna de elogio para un futbolista de -recordemos- sólo 20 años y que esta temporada podría quedarse cerca de los 100 encuentros en la Serie A. Es muchísima la responsabilidad que recae sobre el joven futbolista genovés, pero que está sabiendo resolver con garantías y gusto. Una responsabilidad que no parece pesar sobre él. Chiesa se muestra cómodo dirigiendo en ataque a un equipo histórico. Él sabe que el futuro es suyo, encargado de soportar como Atlante las dudas de una Fiorentina que asusta y que además tiene muchísimo margen de mejora.
Repasa anteriores posts de 'Il CateNacho':
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