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Catársis

32 años siguiendo la información del Athletic.

Sara Estévez Urquijo, periodista

A vuela pluma, la recién terminada Asamblea del Athletic, deja la sensación de que el Club ha salido beneficiado después de someterse a un baño de realidad, como no se recordaba desde hace muchos años. Se ha hablado alto y claro, de forma descarnada, eludiendo la retórica.  
 
El “dúo dinámico”, formado por Uribe-Echevarría y Aldazábal, ha sabido alternar el palo y la zanahoria, por el orden que los cito. El señor contador no se casa con nadie. Y si alguna duda podía quedar, el recurso a la chuleta, -supongo será de Bérriz- ha surtido efecto. 
 
Por otra parte, se ha salvaguardado el buen nombre de las personas de la Junta anterior, representadas por Juan Antonio Zárate que, tras renunciar a la réplica y contrarréplica ha defendido su teoría con elegancia y una cierta tristeza en el semblante. 
 
Decir la verdad no es malo para el Athletic, como alguno ha sugerido. Era mucho mejor, ha dicho otro, cerrar las cuentas con diez millones de beneficio que con diez de déficit. Toma, claro, pero hacerse trampas en el solitario está muy feo. 
 
La discusión sobre el estatus de los socios barria me parece descacharrante. Más que socios parecen ectoplasmas. Ganas de rizar el rizo y más propio de los chistes de Gila.    
 
El déficit estructural al que aludió el malogrado Presidente Javier Uría, se viene arrastrando desde hace muchos años, desde la época en que las Televisiones daban dinero a manos llenas y los Clubs se lanzaron a una vida de vino y rosas. Es agua pasada pero el Athletic ha despilfarrado mucho dinero en el capítulo de fichajes. Con el respaldo que la Directiva presidida por Josu Urrutia ha recibido esta madrugada por parte de los socios compromisarios puede emprender el camino de retorno a una economía como la que aprendimos de nuestros mayores. La que consiste en gastar siempre un poco menos de lo que ganas. 

Conservo en mi archivo personal las Memorias que abarcan la historia del Athletic desde 1971 a 2006-2007. En ese año me planté porque en ella ya no aparece el nombre de Julen Guerrero. Un ejemplo sangrante del otro despilfarro. El del factor humano.
Quisiera terminar, si el espacio lo permite, con lo que sucedió en los años 1950-59 siendo presidente Enrique Guzmán, al que  siempre se le relaciona por su grito desde el balcón del Ayuntamiento de Bilbao: “hemos pasado por la piedra a los del Real Madrid con once aldeanos”. Con el paso del tiempo se olvida que el Athletic ha vivido épocas turbulentas y aunque no se celebraban Asambleas como las actuales, los socios hacían llegar su voz a la brava. Protestaban cuando tocaba pagar el día del Club o los dichosos suplementos.
Existía la gradona de General y se construyeron tribunas por etapas. Estaba viva la ampliación de San Mamés y el aforo más conveniente. En uno de aquellos rifirrafes, a Don Enrique le dio el arrebato y dijo: “Si a mí el Athletic me costara una peseta, no sería Presidente”. La gente se encalabrinó y los pocos periodistas que éramos entonces en Bilbao tuvimos que salir al quite porque lo que quiso decir era que el Athletic gozaba de una buena administración y no precisaba un mecenas. Fue un visionario, que ya entonces advirtió de unos riesgos que han llevado al fútbol a lo que es hoy. 
 
Una vez pasado con nota el examen de la Asamblea, solo cabe desear que el equipo siga en la línea ascendente que culminó con las dos últimas victorias gracias a un juego con toques de fantasía. 
 

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