Déjà Vu
He amanecido este lunes con los efluvios de la amarga resaca que me ha dejado el castigo –excesivo a todas luces- recibido el domingo en el Santiago Bernabéu, donde un año más, y van siete seguidos, el Athletic hincó la rodilla. Pero resulta estéril regodearse en el lamento a dos días vista del importante compromiso copero en el Iberostar Estadio.
Una vez ingerido el analgésico que aplaca el dolor de cabeza de la jornada liguera comienza a asaltarme una cosquilleante sensación de déjà vu. ¿Saben lo que es, verdad? Esa convincente impresión de haber sido testigo o de haber experimentado previamente una situación nueva.
Bien, pues es lo que me ocurre este año con la Copa. Una sensación de familiaridad que se convierte en el feliz augurio de poder repetir la inolvidable cita que vivimos en Mestalla el 13 de mayo de 2009.
El triunfo por 2-0 logrado el pasado miércoles ante el Mallorca de Joaquín Caparrós –a quien no debemos quitar el mérito de haber llevado al Athletic a una final de Copa 24 años después- pone en franquicia la posibilidad de colarse en la antesala de la gran final del torneo del KO, a la espera de dar la puntilla en el estadio bermellón.
Sería de ilusos pensar que va a ser un camino de rosas -que se lo digan a la Real Sociedad, que cayó por 6-1 tras ir con un resultado favorable-, pero también es innegable que el Athletic de Marcelo Bielsa cuenta con sólidos argumentos para plantarse en la semifinal de Copa, donde le esperará el vencedor del duelo entre el Espanyol y el Mirandés –suerte desde aquí para los de Pouso-.
A partir de ahí, al Athletic le quedará un último esfuerzo para volver a ser protagonista de una final de Copa. Quién sabe si nuevamente con el FC Barcelona como rival. Otra vez ese 'déjà vu'. Me gusta esa sensación. Tanto, que ya estoy haciendo planes para el viernes 25 de mayo.