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Desmontando a Bielsa (ma non troppo)

32 años siguiendo la información del Athletic.

Iñaki Duque, Bilbao Ría 2000 


  
Una institución y una masa social tan poco acostumbradas a los escándalos han visto sacudidos sus cimientos en los últimos días por mor de la inesperada y virulenta reacción de Marcelo Bielsa al estado de las obras de Lezama y la inaudita descalificación de la Junta Directiva a sus palabras.
Partamos de una premisa indiscutible: Marcelo Bielsa es un ídolo en Bilbao. En solo un año de estancia entre nosotros se ha ganado el respeto y la admiración de casi todos y la incertidumbre sobre su renovación hace poco más de un mes fue un termómetro infalible para calibrar su popularidad.
De hecho, pocos dudaban de la idoneidad de su continuidad al frente del equipo con el fin de rematar su paso por el Athletic con la confirmación de la creación de un equipo ganador y, de paso, lograr el por tantos años ansiado título.
El arranque del curso no ha podido ser más descorazonador. Su abrupta y desproporcionada reacción al problema de las obras ha hecho saltar todas las señales de alarma entre la Junta Directiva, obligada a mover ficha ante los órdagos lanzados por el entrenador, y entre los socios y aficionados, a quienes no les llega la camisa al cuello ante el evidente riesgo de desestabilización del club.
Las declaraciones de Bielsa causaron estupor. Confesar haber agredido al jefe de obras de la reforma de Lezama y acusar de estafa, robo y engaño a la empresa encargada de las obras, sin presentar pruebas concluyentes de sus acusaciones, son actitudes intolerables para una persona que en ese momento lucía el escudo del club.
Dado que un apoyo explícito por parte de la Junta Directiva se antojaba inviable ya que asumir las acusaciones de estafa y robo podrían incluso acarrear problemas legales, se esperaba una respuesta más tibia o la callada por respuesta. Por el contrario, la Junta optó por echar más gasolina al fuego y desautorizar a su entrenador sin, al parecer, haber confrontado impresiones con él previamente, con una nota de prensa que sonaba a desproporcionado golpe de autoridad digno de mejor causa (sobre todo en un club en el que numerosos ataques procedentes de fuera de su entorno han pasado inadvertidos o se han despachado sin luz ni taquígrafos).
En el último asalto de este inesperado combate, Bielsa, amparado por el respaldo mayoritario de los aficionados explicitado en numerosos foros y redes sociales, ha reaccionado ninguneando al presidente de la entidad, una circunstancia difícilmente sostenible en el tiempo salvo por el fervor que sigue despertando el entrenador rosarino.
A su favor juega la magnífica temporada protagonizada por su escuadra, que alcanzó unas metas y un nivel de juego que nadie esperaba. Bielsa ha cambiado la faz del equipo, ha hecho mejores a casi todos los jugadores con los que ha contado y, sobre todo, ha optimizado las prestaciones del equipo.
Su crédito parecía inagotable y todo apuntaba a que podría quedarse en Bilbao todo el tiempo que quisiera. Esa fe casi infinita hizo que los aficionados pasaran por alto cuestiones como que, a principios de la temporada pasada, se saltara el convenio colectivo vigente al apartar del equipo a miembros de la plantilla con los que no contaba, actitud que tuvo que rectificar a instancias del sindicato de futbolistas.
Tampoco surgieron dudas con el decepcionante final de temporada en el que el equipo sumó seis partidos sin lograr ningún triunfo ni ningún gol, y lo peor de todo, perdiendo las dos finales que disputó.
El bagaje previo era demasiado ilusionante como para cuestionar el trabajo realizado. Y la confianza en el proyecto de Bielsa no se quebró por lo que todos recibimos con agrado y alivio su renovación.
La situación ha variado en los albores de la nueva temporada. Ahora solo queda apelar a Montesquieu y reclamar una separación de poderes que permita a Bielsa centrarse en su trabajo técnico y a la Directiva ocuparse de las labores que le son propias, entre ellas velar por la adecuada ejecución en tiempo y forma de las obras en Lezama.
En cualquier caso, conviene recordar que Bielsa pasará, como pasaron Mr. Pentland,  Daucik, Ronnie Allen, Koldo Aguirre, Clemente o Heynckes, por citar solo media docena de entrenadores ilustres en la historia del club.
Su marcha a estas alturas de temporada supondría un grave descalabro sobre los planes previstos que nadie desea pero ello no supondría un reto inasumible para un club que ha navegado por aguas más bravas a lo largo de su centenaria historia. 
 
 

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