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Athletic ciclotímico

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Si por ciclotimia se entiende las variaciones del estado de ánimo muy pronunciadas pasando de un estado de euforia o agitación a un estado depresivo, los aficionados del Athletic somos, por definición y prácticamente sin excepción, ciclotímicos. Me dirán que en cierta medida todos los hinchas lo son. Tal vez, pero nosotros jugamos en la Champions League de las emociones y con serias opciones de jugar la final. En eso sí llevamos muchos puntos de ventaja a nuestros rivales. Decía Jorge Valdano, lo mismo que lo podía haber dicho mi amama María con acento de Zornotza, que el fútbol es un estado de ánimo, aunque el de Santa Fe se le adelantó y para él la perra gorda. Pero bien sabe Valdano que en Zornotza y en Bilbao, en Bizkaia entera, más que un estado de ánimo, el fútbol es un Estado con mayúscula. Una patria común. Para lo bueno y para lo malo, como lo está demostrando especialmente esta versión, corregida y aumentada, del Athletic 2012. 
Apenas han pasado 24 horas desde que el Athletic conquistara Granada y sus incondicionales hemos mudado ya el semblante de frustración que nos pintaron tanto la derrota en casa contra el Getafe como el insípido empate de Ipurúa de días atrás, por la sensación de alivio que nos dejaron los tres puntos arrancados en el Nuevo Los Cármenes. Olvidados los recientes sinsabores, rearmados de moral y confianza, afrontamos ahora los días previos al ser o no ser europeo ante el Olympique de Lyon dispuestos a rompernos la garganta, ávidos de más noches de bota y bocadillo, de vino y rosas. Con el equipo en los buenos momentos y en los malos también. Siempre. Athletic, beti zurekin. 
El fútbol es un estado de ánimo, sí, en el que el equipo y la afición se transmiten mutuamente sensaciones a través de una corriente bidireccional. Uno no acaba de tener muy claro qué fue antes, si el huevo o la gallina, si el equipo o la afición. No acierta a distinguir si la afición es una extensión del equipo o el equipo una prolongación de la afición. Lo que uno sí tiene claro y acierta a distinguir es que la afición puede, y ¡qué demonios!, debe ser ciclotímica. Porque donde existe la pasión, existen las sensaciones extremas, aquello que llena la vida de emoción y sentido. Todos quienes nos entregamos gozosos al delirio del 3-1 la mágica noche del Sporting de Portugal en San Mamés, bajamos días después en Bucarest, desencajados y rotos, las escaleras del fracaso. ¿Existe algo más capaz de despertar sensaciones tan intensas y contrapuestas?  
Pero lo que es válido para la afición no lo es tanto para el equipo. Por mucho que éste sea una extensión de la primera. La ciclotimia no deja de ser una característica más de la hinchada del Athletic, una seña de identidad grabada a fuego por su historia. Si se quiere, una característica imprescindible para explicar su esencia. Pero trasladada a la plantilla se convierte en una dolencia de difícil cura. Y este 2012 está siendo buena prueba de ello. El Athletic eufórico de la primera mitad del año ha dado paso a este equipo trémulo y desorientado en el que parecen pesar aún más las ausencias, una en cuerpo (nº24) y otra en alma (nº9), que las presencias. En esta ciclotimia crónica tan propia del Athletic, al equipo le ha llegado ya la hora de variar su estado de ánimo, de juego y de resultados. Cabe esperar que el nuevo ciclo emocional del equipo dure más que éste al que debemos dar matarile ya mismo. Este jueves, con permiso del Olympique de Lyon. Y sin permiso, también. Que por algo somos los mejores ¿Somos o no somos ciclotímicos? 
Jaime Pinedo, periodista y socio del Athletic Club 
 
 

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