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Contrataciones a largo plazo

32 años siguiendo la información del Athletic.

 

Discutía, o más bien intercambiaba en su día opiniones, con el que fuera director deportivo de Lezama, Txema Noriega, sobre la necesidad o no, en el Athletic, de afrontar contratos de larga duración. 
A mí, particularmente, me parece un error las prórrogas de más de dos años, salvo en excepciones de futbolistas franquicia, que corren peligro real de fuga y a los que se les aplica cláusulas evasivas. En el resto, sostengo que no es necesario. Noriega me lo rebatía y, por lo visto,  la actual cúpula técnica del club, también.
Estos días se ha ido renovando a Aurtenetxe, Saborit, Ramalho o Iturraspe, gente evidentemente joven y con un notable futuro, aunque, en algunos casos, me parecen discutibles las fechas de sus conclusiones. El fútbol es muy elástico y hay que ir amoldándose a las circunstancias. Pero es que además estas prórrogas a largo plazo se han aplicado en anteriores entregas a futbolistas de edad mucho más avanzada y con una curva de progresión descendente. Después, evidentemente, hubo que indemnizarles para provocar su salida porque al entrenador de turno ya no le servían.
Ahora, el organigrama técnico rojiblanco, encabezado por José Mari Amorrortu, encara algunas renovaciones con un futuro incierto. Los casos de Castillo e Igor Martínez, que acaban en junio, son los más urgentes, aunque se lo tendrían que ganar en este sprint final de temporada. El lateral no termina de asentarse y el extremo es pasto continuo de las lesiones, aunque cuenta con el beneficio de su edad y de que Bielsa comulga con su verticalidad. Bien es cierto que el técnico argentino es más que probable que no continúe el próximo curso.
Resta también, en un capítulo aparte, el asunto de Amorebieta, solapado, inevitablemente, por la marejada desatada con Javi Martínez y Llorente, dos de sus mejores amigos. El central de Iurreta cierra un triángulo que sostenía la columna vertebral del equipo, ahora desguazada en apenas unos meses en contra de lo que ellos y otros compañeros declaraban sobre cimentar un grupo cohesionado con la inercia embriagadora de alcanzar las dos finales.
Amorebieta sí sería un jugador franquicia, pero no acepta las condiciones del club y su futuro es una incógnita. Insisto en que hay que afinar en las duraciones, para evitar dispendios innecesarios. Los jugadores siguen teniendo la llave, pero el club se debe hacer fuerte y más cuando estás saneado y la cantera empuja, como han demostrado Laporte, Morán o Peña. 
Javier R. Beltrán, Periodista.

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