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Lo mejor está por llegar

32 años siguiendo la información del Athletic.



El cielo se va aclarando para el Athletic. Ya era hora, después de siete meses en los que tormentas en forma de obras en Lezama, lluvias de millones, huracanes Fernando y una profunda borrasca de filtraciones hayan azotado con fuerza el buque rojiblanco, que ha logrado aguantar el temporal y no hundirse aunque por momentos diera la sensación de zozobrar hasta el punto de temernos lo peor.  
La vorágine de acontecimientos en la que se ha metido el Athletic ha despertado viejos fantasmas que parecían desterrados.  Sin embargo, el equipo va recobrando sus constantes vitales y, coincidiendo con el arranque de la segunda vuelta, el rendimiento de los leones es claramente ascendente.  
El partidazo ante el Atlético de Madrid fue un baño de confianza y autoestima en el momento más inesperado. Un toque de magia, un click mental en el que mucho tuvieron que ver Oliver y Txagu Magu, los ilusionistas que demostraron que los ojos nos engañan, que lo que parece imposible no lo es tal y que lo más importante es afrontar los acontecimientos con una sonrisa y la convicción de que querer es poder.  
A pesar de un inicio horrible, lo vivido en Valladolid no hace sino subrayar la evidente mejoría de un Athletic que tiene mucho tiempo (17 jornadas) para no sólo salvar una de las temporadas más convulsas de su historia, sino para cerrar con broche europeo la era Bielsa. Ahora mismo son ocho puntos los que separan a los leones de Europa. No nos engañemos, son muchos. Sin embargo, esa es la meta que hay que tener en mente porque hay equipo para pelear por ello y porque, además, es muy posible que el séptimo vaya a Europa y que el Málaga, como ya lo oficializó la UEFA, se quede sin poder canjear su billete continental.  
Y es que ya se agotó el tiempo para seguir pensando en lo que pudo ser y no fue. Hay que olvidarse de los que no están así como de los que están pero no quieren estar. Y quien quiera seguir enredando que lo haga. Lo que está claro es que el tiempo acabará poniendo a cada uno en su sitio y solo el tic-tac del reloj acaba demostrando quién se equivocó y quién acertó.  
Por eso, y hasta desvelar su resolución, disfrutemos del final de temporada –que ya vale de sufrir – y esperemos que la magia, la magia rojiblanca, continúe haciendo sus efectos. Y es que no tengan duda de que lo mejor está por llegar.   
Diego Aranbaltza, periodista deportivo 

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