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Inestabilidad de un proyecto renqueante

32 años siguiendo la información del Athletic.



Es difícil plantearse escribir algo positivo sobre todo lo que ha sucedido al Athletic Club en los últimos meses. Tras una vorágine de euforia, en la cual todo era justificable en base a los resultados conseguidos, llegó la cruda realidad de la situación actual de nuestro club. 
 
Han sido innumerables los tropiezos con los que el club se ha encontrado desde Mayo, y prácticamente en todos ellos, se aprecia un denominador común: un estilo de dirección reactivo, a remolque de todas las circunstancias y sin poder llevar nunca la iniciativa.  
 
No es cuestión de repartir culpas, porque, en mayor o menor medida, creo que hay para todos, presidente, directiva, empleados, entrenador, jugadores, y si me apuran los lectores, hasta para la afición. Pero lo que creo es más destacable es que siempre hemos ido a remolque de los acontecimientos. Y ese es el verdadero problema. 
 
La institución se ha visto superada en todos sus ámbitos por las consecuencias de los éxitos deportivos de la temporada pasada, y la ausencia de autocrítica ante las circunstancias deportivas actuales, nos llevan a un punto crítico. Todos buscamos un chivo expiatorio de los males. Durante el verano, el culpable era un chico navarro que prefirió los cantos de sirena de la Bundesliga. Posteriormente, era el riojano desafecto a la causa rojiblanca. Una racha que también ha sufrido el defensa de Cantaura, y que ahora se traslada al portero titular. Todos tienen su parte de culpa, sin duda. Unos por cobardía, otros por falta de claridad, otros simplemente por su escaso nivel de aportación futbolística. ¿Pero acaso no está fallando el modelo deportivo que queremos implantar en el club? 
 
Admiro a Bielsa por sus muchas virtudes, que las tiene. Es un profesional íntegro, con gran capacidad de trabajo y conocimientos. No seré yo quien ponga en duda eso. Pero tiene una exigencia brutal con sus jugadores y por ahí pueden venir parte de las razones de la desbandada sufrida. El jugador es egoísta “per sé”  y en este caso, han prevalecido las razones personales que el interés colectivo, amén de las ganas de fama y prestigio de alguna novia adjunta. 
 
Sin embargo, creo que el míster tiene una carencia importante: su gestión de plantilla es, cuando menos, cuestionable. Ya el año pasado, previo a las finales, fuimos unos pocos los que alzamos la voz reclamando una gestión más “profunda” de plantilla, tratando de dar descanso a determinados jugadores, absolutamente saturados por las 3 competiciones. Como resultado, llegamos reventados al tramo decisivo de la temporada.  
 
Por hacer una comparativa con el Barcelona, único equipo con una temporada tan intensa, solo un jugador blaugrana (Messi) superó la barrera de los 54 partidos, una auténtica barbaridad. En el Athletic Club, fueron 10 jugadores con 54 o más partidos. Y dos de ellos superaron los 60 partidos, con 5.000 minutos disputados, 10 en total, en el entorno superior de los 4.000 minutos, hecho desaconsejado por los médicos y fisiólogos expertos en la materia. 
 
Más datos: los 11 jugadores más utilizados del Athletic (un equipo titular), concentraron el 81% de los minutos disputados, mientras que en el Barcelona, los 11 más habituales “solo” llegaron al 69%.  
 
Respecto al fondo de plantilla, 14 jugadores hicieron acopio del 92% de los minutos, es decir, los 11 titulares y 3 cambios, mientras que en el Barça, para encontrar un porcentaje similar, nos iríamos hasta 17 jugadores con el 93%, es decir, 6 suplentes habituales, con mayor porcentaje de minutos. 
 
En conclusión, Bielsa exprimió sin concesiones a su plantilla y terminó por desfondarla, y eso resquebrajó la confianza de sus jugadores, al verse “muertos” y en 3 casos, en el quirófano. Mal asunto para conseguir la motivación y la implicación máxima de todos los componentes, incluidos suplentes, que saben que difícilmente van a contar con muchas oportunidades. El míster es tozudo y cree en su idea  y planteamientos hasta el final. Algunos optan por remar, otros por bajarse del barco.  
 
Ante esos hechos, debíamos haber generado ilusión, con incorporaciones ya negociadas previamente, con el premio del ascenso de chavales del Bilbao Athletic, con la renovación de la ilusión con una plantilla más amplia y competitiva. Se van unos, pero llegan otros… Ese era el mensaje a vender a la masa social: la competitividad de un club por encima de sus componentes puntuales.  
 
Frente a eso, el presidente Urrutia optó por una renovación del míster con mucha tensión y desencuentro, llegando a su culmen con el capítulo de las obras. Eso supuso la desautorización del entrenador y la ruptura de vínculos entre el máximo responsable deportivo y el institucional. Mala dirección para remar juntos… 
 
Si a todo esto unimos una mala entendida defensa de la filosofía, bajo mi punto de vista, evitando desactivar alguna bomba del vestuario, como se ha convertido el caso Llorente, quien debió salir del club SÍ O SÍ este verano, o en su defecto, este invierno, llegamos a una dinámica muy peligrosa, inestable, con altibajos según el golpe de viento (léase resultados, por cierto, bastante malos este año) que hace que cualquier acontecimiento en el club se maximice al límite, ya que el capitán de la nave no parece dispuesto a fajarse con el timón de los acontecimientos. Liderazgo, visión de futuro, comunicación, motivación,… son valores que cualquier persona que presida una entidad debe transmitir a sus seguidores. No dudo que nuestro presidente los tenga, pero debe sacarlos a relucir con mucha más frecuencia e intensidad. El Athletic Club, con todos sus componentes, lo necesita. 
 
AUPA ATHLETIC ORAIN ETA BETI!! 
BORJA CONDE, SOCIO DEL ATHLETIC CLUB 

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