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Todo pasa. Queda el Athletic Club

32 años siguiendo la información del Athletic.


Hay equipos que necesitan éxitos para ser algo. Sus aficionados van y vienen como las olas del mar, y cuando van mal dadas les dan la espalda echándose en los brazos del campeón de liga de turno.  
El Athletic Club, si en algo ha sido distinto, ha sido en eso. Por supuesto que llena de orgullo haber sido un Club campeón, pero para los que nos sentimos del Athletic, sin peros, el simple hecho de sentirnos parte del mismo es suficiente.
Este Club, que representa la unión de todos los bizkainos, por sus valores, de trabajo en equipo, de apreciar lo de casa, de priorizar el compromiso, ha hecho que sean muchos los de más allá del Gorbea,  de Ondarroa, o de Pobeña, que empatizando con la idea se hayan unido a la causa, y les acogemos como a hermanos de sangre. El de Bilbao nace donde quiere. 
Esto no quita que, lógicamente, el fútbol es un deporte de competición, y la exigencia es máxima. Se busca el resultado. Pero en deporte, uno gana y otro pierde. Y la elegancia del Athletic no lo es tanto porque gane, sino por cómo lo hace. Sin utilizar el doping financiero, con el compromiso de sus integrantes por bandera, con el orgullo de que en este circo que es el futbol-businness nuestro proyecto sigue siendo romántico y singular. 
En esta tesitura, es fundamental saber qué somos, y por qué lo somos. Cuál es nuestro proyecto. Y es claro y definido. Y no tiene nada que ver con los demás. Obviamente hemos de tener objetivos deportivos y creemos en nuestro proyecto porque consideramos que esa forma de competir que hemos elegido nos aporta, pero su singularidad le da valor añadido. Y tan malo no será, porque llevamos 115 años con él y acabamos de jugar una final a máximo nivel. El que quiera otro tiene multitud de equipos dónde alistarse. 
Todo esto viene a que un año regular, de transición, no tiene que servirnos más que para aprender de él. En un Club como el nuestro lo fundamental es ver quién viene a servir, o a servirse de él. Y es clave separar rápido el grano de la paja. Y dar oportunidades al que lo merece, no al que sólo busca el provecho propio.   
Eso sí, ese romanticismo no debe estar reñido con la practicidad. No se debe, por ejemplo, dejar de mejorar la situación financiera, por dar lecciones a alumnos que no asisten a clase. 
En este sentido, los socios y aficionados tenemos mucho que decir, más de lo que creemos. Tenemos la posibilidad de elegir a quién puede  gestionar con rigor el Club (quedamos 4), mostrar nuestro descontento ante actitudes de los empleados que no sean dignas del Club que representan, incluso castigar a los medios de comunicación que lo único que buscan son polémicas estériles y dañinas para subir su audiencia e ingresos por publicidad.
Todos, los que trabajan por y para el Athletic, con su honor y reconocimiento, y los sucios cuervos que sólo quieren aprovecharse, de los que nadie se acordará, pasarán, pero queda el Athletic Club. Y, os vayáis, u os quedéis, eskerrik asko, Marcelo y cia. Habéis demostrado que sois de los primeros. 
Pablo Eguskiza, socio del Athletic Club

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