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Probaremos a lo cuerdo

32 años siguiendo la información del Athletic.


Como decía el ínclito Carrascal, empieza otra temporada y lo hace como todas las temporadas: los disgustos borrados, las ilusiones desbordantes y el trabajo, por hacer. 
 
     Con el verano llega un nuevo tiempo futbolístico, que allá por mayo concluirá con el Madrid y el Barça repartiéndose el botín, ocho o diez clubs pobres de solemnidad luchando por no bajar o desaparecer, y cuatro o cinco repartiéndose las pedreas o los despojos que el sistema reserva a los humildes cumplidores. 
 
     Una temporada más. Pero no cualquier temporada. 
 
     Será en primer lugar la primera temporada sin el viejo San Mamés, pedazo de nuestras vidas al que despedimos con bellos gestos pero con horribles hechos deportivos, decepciones en todas y cada una de las competiciones del primer equipo, y por si fuera poco, también en los partidos claves de los cachorros, las chicas y hasta los amistosos. 
 
     Será también, y ojalá me equivoque, la trigésima temporada sin títulos, a pesar de que en el último lustro Caparrós y Bielsa se hayan acercado con mayores o menores méritos, según las opiniones. 
 
     Y será la temporada inmediatamente posterior a una de las más catastróficas en la historia del Athletic, en la que han ido mal resultados deportivos, marcha sin precedentes de los mejores jugadores, problemas médicos, relaciones tormentosas entre técnico y directiva, escasa información, división de la masa social, y un largo etcétera. 
 
     Incluso la despedida simbólica de San Mamés que finalmente resultó emotiva e inolvidable, pasó por episodios esperpénticos que nos indispusieron con Clubs históricos. 
 
     Hicimos las cosas muy mal, yo creo que todos, porque para mí la ausencia de una mínima exigencia crítica por parte de socios y aficionados, también es un defecto importante. Y si queremos escapar del grupo de parias ligueros debemos hacer las cosas muy bien; mimbres hay para mirar hacia arriba. 
 
     Son circunstancias que tendrán influencia en la temporada que empieza y espero que lo sea para bien, mostrando de forma nítida aquello que no se debe repetir. 
 
     Creo que la directiva ha sacado conclusiones y da señales evidentes de haber retomado las riendas y la unidad de acción. 
 
     Y confío más que nadie en Ernesto Valverde, en sus conocimientos, en su sentido común, en su flexibilidad, en su extraordinaria trayectoria como gestor de grupos, en su trabajo integrador dentro de una institución, en sus buenas relaciones con jugadores y directivas, en definitiva, en su cordura. 
 
     Vivir a lo loco nos llevó a cuatro o cinco meses de fútbol inolvidable que nos llenaron de ilusión y orgullo, y a año y medio de zozobra deportiva e institucional. 
 
     Probaremos a lo cuerdo.
Por Gonzalo Arroita. Urbanista. Socio del Athletic

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