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El triple más largo del mundo

Asís Martín

Los últimos siete meses, y especialmente la última quincena, han sido un auténtico calvario para los aficionados del Bilbao Basket, que han estado montados en una descontrolada montaña rusa que llegó a descarrilar días atrás y milagrosamente, cuando ya nadie lo esperaba, pelea por volver a recuperar la verticalidad.

Los entresijos del sainete en el que se ha visto envuelta la entidad solo los conocen en profundidad los directamente implicados pero los que hemos sufrido el proceso desde fuera nos hemos cargado de paciencia, fe y perplejidad para no morir en el intento. Finalmente, el Bilbao Basket ha lanzado el triple más largo e importante de su historia, casi desde medio campo y sobre la bocina -es más, con el tiempo ya cumplido- y ahora el balón está rodando alrededor del aro mientras propios y ajenos miramos con los ojos bien abiertos para comprobar si se obra el milagro de que caiga dentro del cesto. Visto desde la barrera, da la impresión de que los consejeros han estado emulando a McGyver y han cortado el último cable con la cuenta atrás a punto de agotarse sin saber si es el que desactiva la bomba o el que desencadena la explosión. A la espera de que pase el gran susto y a los más veteranos se nos quite de la cabeza el fantasma de la desaparición hace veinte años del Caja Bilbao, lo realmente fundamental es tener bien presente lo ocurrido y no volver a caer en los mismos errores. De confirmarse su viabilidad en la ACB, el club no parte de cero, parte de menos seis millones, y ésa es una rémora que le va a acompañar durante muchos años y va a cuestionar su capacidad para crecer y para siquiera acercarse a las cotas de éxito que alcanzó hace bien poco. Es exigible que los nuevos y los futuros gestores no caigan en la trampa de sus predecesores de hacer crecer a un gigante teniendo los pies en el barro y se estructure un crecimiento modesto y ordenado que permita saldar la deuda acumulada y consolidarse en la máxima categoría con un proyecto que no dependa de vaivenes coyunturales. Otra enseñanza obtenida de todo lo sucedido es el error que ha supuesto estar al pairo de la política. El papel de las instituciones públicas ha sido fundamental en la consolidación del club pero también en su posterior declive, una vez que la situación económica impedía destinar recursos al deporte de élite. Resulta imprescindible construir las bases del club con el apoyo de toda la sociedad de Bizkaia, lo que incluye a sus instituciones pero también, y sobre todo, a la sociedad en general y a su entramado económico. Urge construir un equipo con el que todos nos sintamos identificados y ese empeño debe incluir una apuesta decidida por el baloncesto de base, en colaboración con la Federación Vizcaína. En definitiva, se trata de soltar amarras con el pasado y construir un nuevo proyecto empezando por los cimientos. Solo así el Bilbao Basket podrá estar mínimamente blindado y dispondrá de margen de maniobra en el caso de que se produzcan nuevos reveses económicos. Una vez que finalice con victoria in extremis el partido más trascendente de su historia, empezará otro mucho más complicado que se jugará en dos canchas: la de la viabilidad económica del club y la de la supervivencia deportiva en una Liga Endesa en la que no resultará sencillo mantenerse temporada tras temporada.
Por Iñaki Duque Gurrutxaga, periodista.  

@DuqueJi

 

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