Andoni, perdona que lo cuente

     Me cruzo cada cierto tiempo en el barrio con Andoni Iraola, lo cual no es raro porque vivimos a pocos metros.

      La última vez fue por Semana Santa, paseando Andoni con su chica un avanzadísimo embarazo. Me acuerdo que comentó mi mujer, ajena del todo al fútbol, “pero si son unos chavalillos para tener un hijo”… y la paradoja es que Andoni estaba ya planificando el final de su carrera deportiva.       Le he parado en contadísimas ocasiones por la calle, para preguntarle por la evolución de una lesión o similar; un saludo rápido y él siempre discreto y amable. Y he tenido siempre la tentación de contarle una anécdota relativa a su persona, muy ilustrativa y favorable. Pero al final me mordía la lengua, porque sé por allegados a su persona, que los halagos le espantan.       Espero que en un momento tan señalado a Andoni no le importe que se lo cuente a ustedes, porque creo que define su trayectoria y trascendencia de manera muy certera.       Sería a finales de 2011 o principios de 2012 cuando tuve la suerte de conocer a Miguel Jones, a través de un amigo común, Karlos el vallekano, que milita de rayista en su bar de Pérez Galdós, el VKA27, en el que se tiran algunas de las mejores cañas de Euskadi.       Allí estuvimos tomando vinos una tarde de invierno, y  allí recibimos de Miguel Jones una clase magistral, a la altura de Informe Robinson, sobre su paso por el Atlético de Madrid, sus títulos, sus anécdotas, su visión del Madrid de los sesenta,… sociología pura del fútbol descrita por una estrella de la que privaron al Athletic por cortedad de miras.          Le escuché embobado, interrumpiéndole de vez en cuando para preguntarle sobre temas del fútbol y de la vida, a los que respondía con precisión, y a mi juicio, con sabiduría en ambos campos.       Casi al final le pregunté por aquella plantilla del Athetic que empezaba a eclosionar, con Llorente, Amorebieta, Javi Martínez, Muniain, Herrera, De Marcos, sensaciones de Europa. Me dijo Jones, sin alterar nada el tono del relato, y que me disculpe si la literalidad no es absoluta, que “de esta plantilla, el que puede ser titular en cualquier equipo del mundo es Iraola”. Creo que dijo el único, pero como no estoy seguro, lo dejo en el aire.       Para mí la clavó, y tengo poco más que añadir. O mucho.       Que en los mejores y peores recuerdos del Athletic de estos años está él, haciendo virguerías en la banda o apuntalando las ruinas que le tocaron al pobre Mané, metiendo goles inverosímiles, cobrando piezas en el segundo palo como buen cazador, o mi recuerdo más extremo, ganando un duelo al sol a Mejía Dávila, árbitro facha que nos quería mandar a segunda, en un descuento de infarto contra el Cádiz.       Intento no ser un padre pesado con mi hijo mediano, que juega de lateral en juveniles. Se lo resumo fácil; fíjate en Iraola, porque cada partido da una lección de manejarse en el campo.  Y ya son más de 500 lecciones. Sería justo que levantes esa copa, Andoni. Sería lo justo.   Sería justo que levantes esa copa, Andoni.      Sería lo justo.
  Por Gonzalo Arroita Berenguer, Urbanista y Socio del Athletic Club