A subir la nota
Recuerdo mi época de estudiante. Tiro un poco (o bastante) de memoria y me vienen a la cabeza sensaciones de todo tipo, tantas como largo es ese período de la vida. Pero de todas ellas, una de las más placenteras es sin duda la que en alguna ocasión me situó delante de un examen con el único objetivo de subir nota. Desde luego, muchas menos de las que mis padres o yo mismo hubiésemos deseado.
Hago este preámbulo un poco ñoño porque creo que viene al caso de lo que pretendo transmitir en relación al momento actual que vive el Athletic Club.
No me negarán que llegar a los tres últimos partidos de Liga con la clasificación en puestos europeos en el bolsillo y con la posibilidad de evitarse previas veraniegas salvo que ésta sea de Champions, es una situación verdaderamente reconfortante. Casi, hasta de alumno aventajado.
Sí, ya sé que algún examen reciente hubiera podido salir un poco mejor, que ha habido días en los que parecía que ni habíamos estudiado, pero lo cierto es que, con la salvedad de los tres listillos que han existido toda la vida, estamos ante un sprint final de curso mirando a los demás con los deberes más que hechos y por el mero placer de ir a subir la nota. Particularmente entiendo que el Athletic está en disposición de darse el gusto de exprimirse un poco más para procurarse un verano de buen estudiante, es decir, más cómodo y algo más largo.
En un año en el que las lesiones no han sido muy numerosas pero sí de cierta importancia y en jugadores y momentos clave, lo espero todo de un alumno que fue capaz de sacar un sobresaliente en el primer examen del curso, que mantuvo un notable alto ante asignaturas que parecían imposibles, y que llega a los últimos parciales cansado pero con la confianza de saber que la nota media es alta y sólo puede mejorar.
En otros pupitres, los hay que se creen más listos pero siguen sin ser capaces de demostrarlo. Y para terminar, un pequeño homenaje al mejor aliado del estudiante aplicado: la rutina del trabajo. Eso trasladado al Athletic significa percutir, saber competir siempre, una virtud ampliamente demostrada que, salvo borrón de última hora, me anima a ser optimista no sólo para lo que queda antes de colgar los libros este año, sino también para lo que esté por llegar.
En el aula rojiblanca tenemos buen maisu y nuevos alumnos que han llegado para quedarse. Que no es poco.
Por Ramón Hernández, periodista de Radio Nacional