Mi último día en Anantapur tocaba visitar cultivos ecológicos, placas solares, regadío a goteo y participar en la entrega de casas nuevas para familias necesitadas. La práctica habitual es que la fundación elija a una familia para hacerse cargo del terreno a cultivar y luego les dejen desarrollar el trabajo; de este modo tienen un futuro asegurado.
En cuanto a la entrega de casas nuevas para familias necesitadas en aldeas va condicionada a que sea a nombre de la mujer de la casa. La fundación considera que allí concretamente son más organizadas que los hombres. Ellas acostumbran a constituir sus propias reuniones y hablan de cómo mejorar la calidad de vida de la aldea. Al principio, a los hombres no les hacía mucha gracia que ellas se reunieran pero al final se han dado cuenta que es mucho mejor para sus familias que ellas tengan más presencia social. Este es uno de los logros de la fundación, es un adelanto increíble en una sociedad muy machista. De modo que el proyecto va mucho más allá de entregar una casa (llevan 60.000 viviendas entregadas), va de cambiar unos hábitos de convivencia muy perjudiciales para ellas, sus hijas y el conjunto de toda la sociedad. El viaje llega a su fin y escribo estas palabras desde mi casa de Bilbao. Aún tengo que ir procesando todo lo que he visto durante mi intenso viaje a la India. La palabra gratificante es la primera que viene a mi cabeza, nunca olvidaré las sonrisas de aquellos niños, el cariño que nos han mostrado y la felicidad que irradian a pesar de tener tan poco.
Gracias, Rafa. Por Rafa Alkorta Martínez, exjugador del Athletic Club y Real Madrid. Socio de DragoonTW Agencia de diseño de marcas y comunicación 2.0 para deportistas de élite.