Pues nada, que el parón liguero nos ha pillado en un momento de absoluta zozobra. La situación del equipo en este interludio ha pillado al Athleticzale atónito ante la marcha de su equipo y sin encontrar una explicación convincente sobre el por qué de la trayectoria errante de los hombres de Ziganda.
Ni siquiera el Premio a la Mejor Ciudad Europea del Año 2018 ha aliviado un ápice el penar del aficionado. No quiero ni pensar cómo se encontrarían ahora mismo en Viena si el Rapid no fuera tercero y el Austria quinto, claro que la liga austríaca es lo que es, o en Liubiana, aunque allí le pegan más al baloncesto, tras haberse quedado ambas urbes sin galardón. Aquí, en Bilbao, el caprichoso calendario nos ha deparado dos semanas para lamernos las heridas futboleras, clamar al cielo por la preocupante situación clasificatoria y prepararnos para el Apocalipsis que parece acechar sobre el Athletic Club. Y como sucede en casi todos los lares, porque aquí no somos tan diferentes como proclamamos a los cuatro vientos, empezamos a buscar responsables donde sea, desde el presidente, Josu Urrutia en este caso, pasando por el cuerpo técnico y los jugadores, hasta los que se encargan de cortar la hierba en Lezama, a los que siempre se mienta cuando las cosas viene mal dadas.
Sí, sí, como lo oyen, incluso se llegó a publicar que el francés sería remplazado en el banquillo del Arsenal por el mismísimo Txingurri. Todo ello está en las hemerotecas, lo juro. Con ese nivel de acierto, a mi me dicen mañana que la Reina de Inglaterra va a entrenar al Athletic y lo primero que me pregunto es si va a facturar en Bilbao o en las Islas Caimán. Esperemos que con Ziganda no empecemos ya con la ruleta. Pero no quedan ahí las cosas, catorce días dan para mucho y surgen más temas de debate sobe los que dar vueltas y vueltas en los programas deportivos, las tertulias, y las páginas de los rotativos. Aparecen las viejas glorias aportando su punto de vista, nos enfrascamos en debates territoriales y de mercado sobre si a La Rioja hay que ir sólo a comprar vino y a esquiar a Ezcaray o si podemos pescar jóvenes promesas, y no hay una sola persona con la que estés mas de dos minutos en un bar que no te muestre su indignación por el hecho de que Kepa no haya renovado todavía. Los mismos que, eso sí, segundos después te matizan los siguiente: “bueno, es que yo no tengo ni idea de lo que piensa el jugador”. Yo tampoco lo sé, pero opinar es gratis.
Por Jon Spinaro