Había notado algo raro pero no quería darme cuenta. Pero tras la derrota ante el Barça en San Mamés oí la gota que colmó el vaso de mi ingenuidad. Escuché a Cuco Ziganda que si seguía por ese camino (el Athletic perdió dos a cero), el equipo saldría adelante. Asumiendo la derrota como algo normal, ya sabida (es que es el Barcelona, claro).
Desperté de mi letargo de aficionado paciente y periodista comprensivo y complaciente. El juego desplegado ante el Ostersunds terminó de convencerme. Han cambiado de equipo. Y si el equipo es diferente, el nombre también debería de ser otro. Yo propongo uno: Pigmeos F.C. El equipo se ha hecho pequeño, el entrenador también, buena parte de la afición asume la reducción de estatura como algo normal y los medios cuestionan poco; se limitan a relatar el partido a partido. Los argumentos para justificar el cambio de equipo son varios. Las bajas, por ejemplo. Son importantes, es cierto. Pueden rebajar la calidad del equipo pero no la mentalidad, no su estatura. Además, la mentalidad pigmea viene de antes de que las bajas se convirtieran en argumento. La responsabilidad que deben asumir los jóvenes. He oído decir que como la media de edad del equipo es baja, hay que tener paciencia con ellos porque cometen errores. Ahora resulta que el equipo se ha olvidado de competir; seas viejo, joven o medio pensionista.
Por Jöel López Astorkiza, periodista
El avion amarillo