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La nada del Athletic

Iñaki Martín Abraldes

En la nada más aséptica, desalentadora y desangelada que se recuerda pulula el Athletic Club esta temporada entre lesiones, desajustes, enfermedades, renovaciones, casi no-renovaciones, clausulazos inesperados y súbitos, y ahora hasta con cambios de sistema.

Es cierto que Ziganda no lo ha tenido nada fácil prácticamente desde el principio con un comienzo prematuro en competición con esas fases previas de la Europa League enfrentándose a rivales con cierto nombre, más en el pasado que en el presente, a lo que hay que sumar las bajas de pilares del once inicial como son Beñat, que arrastraba una pulbagia y acabó operándose, Yeray con la enfermad ahora ya superada, De Marcos, que volvió y recayó, y Muniain, que se perderá casi toda la temporada.
Tuvo que recurrir el entrenador a dos productos de la incansable factoría rojiblanca como Unai Núñez y Córdoba, que ahora ha desparecido hasta de las convocatorias, y hasta de la vieja guardia, pues Mikel Rico tuvo que asumir los mandos del equipo mientras se recuperaban Beñat y San José, porque Vesga e Iturraspe se rotaban con más pena que gloria en el doble pivote.  Tampoco debe ser nada fácil elegir a qué puede jugar un equipo en el que sus dos estandartes suman 70 años. Resulta difícil jugar a presionar alto puesto que Aduriz no está para esos trotes, como difícil es también jugar a replegarse para salir al contragolpe, puesto que ellos dos no se distinguen por su punta de velocidad, y tampoco es una opción válida jugar a dominar los partidos en campo contrario, ya que faltan dos piezas fundamentales para ello (Muniain y Beñat), y porque ese 4-4-2 con Raúl García y Aritz arriba y sin jugadores interiores, más allá de lo que intenta Susaeta sin descanso moviéndose a su espalda desde una banda u otra, que den esas soluciones entre líneas a un medio campo que tampoco da soluciones a sus compañeros de la zaga.  Lo que no acabo de comprender aún son esos minutos en los que el equipo se atrinchera cuando va ganando, como si lo hubiéramos hecho bien alguna vez, no es algo que tengamos en la genética. Y lo peor de todo es el ambiente descorazonador que invade las calles de Bilbao, contagiando incluso las gradas de San Mamés que cada vez están más desangeladas y anestesiadas. Y es que yo debo reconocer que cada vez me cuesta más ver al Athletic, y no es que vaya a dejar de verlo, es que lo tengo delante pero apenas sólo hago caso a los goles.
Por Iñaki Martín Abraldes, Entrenador en el Indartsu Club 

@imartinabraldes

 

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