Posiblemente sea el momento más crítico del Athletic Club en los últimos años, por encima de la viciadísima atmósfera del “Caso Llorente” o del adiós de Marcelo Bielsa.
La mejor Directiva del Club en los últimos 27 años, ha de navegar aguas bastante menos calmadas que aquellas para las que ya se han mostrado diestros. A los tradicionales enemigos, deseosos de encontrar vías de agua, se suman quienes suelen prestar únicamente atención a lo deportivo y que, mientras la nave iba, nunca levantaron la voz, pero que ante el esperpento del “partido a partido” del primer equipo, se añaden al colectivo de decepcionados, descontentos.
Una mala decisión, siempre bajo mi criterio, hace que casi todo se resquebraje; la inadecuada elección del patrón, que sucede en el puesto a uno de los mejores, empieza a lastrar el proyecto, y ya no sólo el deportivo.
El proyecto de Club pasa por asegurar plantilla e ingresos que lo hagan apetecible a quienes puedan y quieran/queramos embarcar en esta nave. Puede lograrse o no ir a Europa cada temporada, pero no es nuestro estilo el de las “temporadas de transición”, así catalogada casi desde noviembre, y que no pelea por estar lo más cerca posible del objetivo. Dejarse ir a la espera de tiempos mejores en un momento que horarios, climatología y espectáculo dado en el verde generan desilusión y desidia, genera que nuestras gradas estén cada vez más vacías, que la gente de desenganche del equipo.
Correspondería en el, en mi opinión, mejor momento para preservar la estabilidad del Club, cuando el Presidente entrante puede tomar las decisiones relativas al final de temporada y al inicio de la siguiente, sin hipotecas del saliente. Y, paralelamente, en la campaña se debatirían programas y no nombres; sin mercados persas como el de 2007, destinados a ganar la poltrona a cualquier precio: votos a cambio de embaucar con fichajes encarecidos por la subasta entre candidatos y con despidos de empleados como gancho electoral. Con las arcas llenas como están, alguno tendría más peligro que una piraña en un bidé. En 2007 hubo quien gastó lo que no había, en un ejercicio de irresponsabilidad, cuya consecuencia fue la salida de Aritz Aduriz para tapar el agujero causado. Y sin ni siquiera asegurar el cobro. Bueno, pues el escenario de tener a estas alturas ya un candidato, no nos atrae. Elecciones, cuando toca: a ser posible, febrero-marzo 2019. Y decisiones, también: y alguna tocaba hace ya bastante tiempo.
Ojalá el menú electoral sea variado: a todos nos enriquece tener opciones donde elegir, pero a su tiempo. ¡Paciencia!
¡Aupa Athletic!
Por César García. Socio del Athletic Club y contertulio de Radio Popular.