Más allá del gatillazo de que cayera en viernes, ante la UD Las Palmas se venía un choque de enjundia para el Athletic Club. En lo clasificatorio y en lo que a sensaciones se refiere. Para dar un brinco en la tabla y saltar con optimismo este jueves al Otkrytie Arena de la capital rusa a enfrentar al Spartak de Massimo Carrera.
Era una previa, también, de los 37 de Aritz Aduriz que a este paso va a tener que jugar hasta que peine canas. Regresaban al once De Marcos y Kepa Arrizabalaga, requeridos para aportar un soplo de aire fresco a un conjunto con síntomas de ahogo. Llegaban los pío-pío al Botxo en descenso y ya se elucubraba con qué posición ocuparía el Athletic al término de la vigesimotercera jornada con 30 unidades en su haber. Pero este partido bisagra –para engancharse al vagón europeo o seguir tragando polvo de los que están subidos a él- no salió como esperaba la parroquia zurigorri. Ahora mismo no está el cuadro rojiblanco para mucho más que lo visto éste inicio de año. Tiene que sudar la gota gorda para crear un mínimo peligro en el área rival. El viernes se trataba de adivinar algún lodo imaginario en torno al círculo central que fuese la causa de ese fútbol tan pastoso. Pero al advertir que el césped era una moqueta se asumió que habrá de conformarse el equipo con bajar la persiana de esta Liga sin pasar apuros.
Cuando el rival se arma bien atrás cuesta horrores hilvanar cuatro pases de clara vocación ofensiva. El cuerpo técnico, con Iñigo Martínez vetado en Europa y sin fumata blanca por Mikel Merino, necesita darle otra vuelta al libro de estilo. En la caseta ya asoma un nubarrón tras un mes sin conocer la victoria. Si como local juega a oleadas y con precipitación en los últimos metros, el rendimiento que puede ofrecer el Athletic en Moscú es una incógnita. Aunque sea ante un equipo que no juega un choque oficial desde el 10 de diciembre. Al tercer clasificado de la Liga rusa no debería preocuparle su falta de ritmo de competición porque su rival tampoco lo tiene.
Ahora mismo la eliminatoria ante el Spartak condiciona lo que queda de temporada. Ziganda se aferra a la idea de ir sorteando rondas en la Europa League como principal vía para seguir sentado en el banco de San Mamés el curso que viene. Moscú es la primera valla.
Por Aitor Compañón, periodista