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El año que jugamos peligrosamente

Hoy escribe en ElDesmarque Patxi Herranz.
Patxi Herranz

Esta temporada espantosa del Athletic Club será recordada por desgracia como “el año del Cuco”. Recuerdo el argumento de la sensacional novela de Ken Kesey ambientada en un hospital psiquiátrico en Oregón, “Alguien voló sobre el nido del cuco”, en la que McMurphy (Jack Nicholson en el cine) finge estar loco para cumplir su condena en un hospital psiquiátrico, donde la  enfermera Ratchedg lleva el centro a su antojo.

Ganó cinco premios Óscar. Ziganda entró en la dinámica técnica como loco de ilusión, y sale de atar, no ganando premio alguno a su labor, en otro centro como es Lezama que ha tenido este ciclo demasiados loqueros.
El mosqueo de la afición no cesa, se ha convertido en un bostezo continuo que puede ser indicio de enfermedad grave; un desvelo en forma de bacteria bien gorda que hace presagiar que habrá que tomar antibióticos o ponerse la vacuna, porque no hace falta acudir a un especialista para saber cuándo no estás bien.

El Athletic está muy pocho y algo tendremos que hacer, aunque sea arroparle y rezar por su salud. Digo rezar porque también la oración forma parte de nuestra filosofía y en fases del campeonato hemos recurrido a ella como única terapia ante el juego del equipo.
Pero en esta liga aconfesional rezan todos los equipos y jugadores en sus diferentes credos, y ni siquiera las oraciones a la Amatxu de Begoña para que intercediese por nosotros obran efecto. Nos salvaron durante el bienio negro; “Ora pro nobis”, para que no vuelva a repetirse. Aunque en mi opinión esta cosecha ha recordado por sus formas a los tiempos más oscuros. Hace falta algo más agresivo, cercano a la lobotomía de la película citada. Siento el “spoiler”.  Las temporadas del Athletic no tienen mayor exigencia que dar algunas alegrías a la afición e intentar cumplir tres sencillos parámetros: Conseguir llegar lo más lejos en la copa. Luchar por Europa si algún equipo de los habituales se descalabra, y no pasar apuros en la recta final de liga si no se puede optar por viajar.
El resto puede esperar, como si se tarda un siglo, porque desde hace décadas que el Athletic solo participa en la liga, no compite por ella. Es un figurante al que el actor principal le ha sacado este año 50 puntos.

En este “annus horribilis” hemos tenido varias opciones de acercarnos al baile europeo pero nuestras fuerzas y un futbol paupérrimo en momentos cruciales, nos han quitado la venda y han enseñado el desaguisado en forma de empates a nada y derrotas de juzgado de guardia. La copa se quedó en un chupito tras el fiasco a las primeras de cambio contra un Formentera que para colmo ha descendido en su categoría.
Hemos paseado por el continente con más pena que gloria y salvo la alegría de Moscú, creo que es la mayor del año, no estamos para muchos viajes debido a la incertidumbre que generaba la consecución del objetivo real, vital, que era salvarse cuanto antes. Ahora mismo así es nuestro perfil: muy bajo. Llegué  a pensar que el Spartak nos ganó por la mano tirando la eliminatoria en Rusia para salvaguardar su presencia europea el año que viene y ascender en su fría liga.  Nos queda la segunda parte de la película. Ver como pinta el nuevo proyecto y que los leones  y su presunto nuevo míster, al que se le adjudican apariciones marianas por Bilbao, elijan a sus presas ligueras de cara a la próxima temporada.
Agazapados con los que sabemos que vamos a sucumbir, pero fieros y atacando por sorpresa a los equipos que en teoría deben estar por debajo de nuestra entidad en el ciclo de la liga. Solo así podremos dormir tranquilos y dejar que los santos miren por sus necesitados.

¿Cómo se computa esto en números? Pues de una forma muy sencilla; hay que ganar catorce partidos de 38, o su equivalencia en empates, y esto sí que es un objetivo sencillo para un club que baraja semejantes presupuestos y nóminas siderales.
Pensar en lo contrario y establecer una cota mayor a la salvación serena e intentar dar un golpecito copero sería ahora mismo una osadía tal y como está el equipo: descosido, técnicamente entre algodones, sobrevalorado y con un estado anímico que dista mucho de un grupo de gladiadores que se la puedan jugar en todos los campos.
Cuco, un caballero del Athletic, ha vivido entre el cielo y el suelo, en una especie de limbo donde acuden los perdidos que no saben si subir o bajar gracias a una muy barata liga, donde los descendidos entregaron prácticamente la cuchara en el ecuador de la misma.
Ziganda, atrapado por su pasado, se ha  tenido que comer todos los sapos y conformarse con lo puesto, padeciendo todo tipo de adversidades: enfermedades, lesiones graves, castigos por venta anticipada, motores con muchos kilómetros, rumores turroneros antes de la campaña navideña, marchas millonarias y ausencia de caras nuevas salvo la de Iñigo Martínez, un fichaje estilo Amazon de los que si pagas lo recibes al día siguiente.
Un proyecto en el que nadie creyó, abocado al fracaso desde su nacimiento y del que el “llamero solitario”, al que no le ha salido nada, nos deja una frase criptica en su elegante despedida: “Este año es un aviso”. Ojo al dato.
Por Patxi Herranz, periodista de Radio Popular y El Correo.

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