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Una diatriba

El escritor bilbaíno Iñigo García Ureta, athleticzale hasta la médula
Iñigo Gª Ureta

Vivo fuera de Bilbao. Es como tener dos formas de medir de mundo. Por un lado, la familia que uno ha formado actúa como polo magnético: allá donde están, allá está mi norte. Por otro, tenemos el mapa, y en el mapa Bilbao sigue siendo el centro del mundo.

Y no sólo en el mapa. También en los grupos de WhatsApp. (Como tantas cuadrillas, tenemos uno llamado «Athletic Club» donde se reparten collejas si uno, pongamos por caso que se llama Mikel, osa comentar lo bien que juega el Madrid. Es un grupo de estar a setas y no a Rolex.)

Hace más de un año que visitar el grupo se me hace cuesta arriba. No por los resultados, ni por la bilis que de cuando en cuando corre por la pantalla táctil. Eso va con el cargo de ser aficionado al fútbol. No, es por el miedo.

Iker Muniain y Córdoba tocados ante el gol del Getafe en San Mamés (Foto: LaLiga Santander).

Miedo con cada fichaje. Miedo con cada partido. Miedo con cada comentario. Como si estuviéramos en desventaja contra el mundo porque nos lo hubieran impuesto otros. Como si viviéramos en un entorno injusto. Con los años, nuestras calles se llenan de aitites en sillas de ruedas que avanzan con ayuda de otros por Alameda Urquijo o Licenciado Poza, a unos cientos de metros de San Mamés.

Muchos, encorvados, con dificultad para ponerse en pie, aún tienen en la mirada nervio y furia. Aunque temen: para ellos, una mala caída puede suponer el fin, con esas caderas frágiles. Son como la porcelana descascarillada que se asusta porque sabe qué sucederá si debe someterse a una fuerte vibración.

La soledad de un hincha del Athletic Club en la grada de San Mamés

A veces pienso que la afición del Athletic se ha vuelto así: envejecida y temerosa, por mucho que siga dando señales de que la vieja fortaleza está oculta en algún lado. Tal vez sea hora de dejar de pensar como viejos. Tal vez sea hora de dejar de justificar nuestros miedos.

El final, para todos, es el mismo. Lo que cuenta es lo que se hace mientras hay tiempo. Y por ahora invertimos gran parte de ese tiempo en regodearnos en lo mal que puede ir. Que alguien me diga qué demonios se ganó con eso, en algún momento de la historia.

Desde Madrid, hasta el mero centro del mapa, Aúpa Athletic, cojones.

Por Íñigo García Ureta, editor, traductor y escritor bilbaíno afincado en Madrid

@ContentedKind

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