Athletic, una temporada de claroscuros
Terminó una de las temporadas más extrañas que recuerdo en el Athletic Club, al menos desde el punto de vista del aficionado. En pocos meses, hemos pasado de temer seriamente por una histórica pérdida de la categoría, a lamentar con amargura no habernos clasificado para un torneo europeo en el último segundo. Como hincha, es inevitable anteponer el corazón a cualquier otro argumento.
No obstante, se hace necesario realizar un análisis más calmado, con perspectiva. Y este nos indica que, tras un arranque demoledor -11 puntos en 14 partidos-, con el equipo en el filo de la navaja clasificatoria, unos jugadores desnortados, sin patrón de juego, y un entrenador empecinado en un sistema que claramente chocaba con las características físicas y de calidad de esta plantilla, la llegada de Gaizka Garitano al vestuario supuso una dosis considerable de orden y disciplina en el caos.
La pobreza ofensiva lastra al equipo
Con una idea básica por bandera –objetivo prioritario, no encajar goles-, poniendo hormigón desde el centro del campo hacia atrás, y exigiendo el máximo de intensidad, concentración y sacrificio, se logró respirar y colocarse en una zona templada de la tabla a falta de unas cuantas jornadas. Por fin, tras la derrota en Getafe, el Athletic cae en una dinámica descendente de juego y ambición, poniendo el broche final la desastrosa actuación en el Sánchez Pizjuán.
Resumiendo: que este curso al equipo –y a la afición- nos ha sobrado prácticamente la mitad de la temporada, esto es, el primer cuarto y el último.
En conjunto, pienso que la nota que merece el equipo es de aprobado y el técnico, un notable, ya que supo revertir una situación muy complicada. No tengo dudas sobre que Garitano es el entrenador ideal para este Athletic; ahora bien, visto el último tramo, donde se tenía que haber jugado con ambición, arriesgando, en busca del premio europeo, me queda la incógnita acerca de si el motivo es por falta de calidad de la plantilla, o porque el entrenador gestiona mejor las situaciones de emergencia que las de solvencia.
En todo caso, la temporada nos deja la impresión de un equipo muy pobre en el aspecto ofensivo, con una falta de gol alarmante –ahí están los números- y una casi inexistente línea de creación. Las incorporaciones de invierno, Kodro e Ibai Gómez, tampoco han aportado nada.
En el aspecto positivo, la línea de defensa capitaneada por un gran Iñigo Martínez, junto con la vocación atacante de los laterales. Y por encima de todos, destacar la gran temporada de Raúl García, que en momentos decisivos ha tirado de galones y se ha echado el equipo a la espalda. Sin duda, el fichaje más rentable –deportivamente hablando- de los últimos años.
Aún es pronto para valorar el futuro, pero dada la estrechez de nuestro mercado es de suponer que las novedades de la plantilla procederán fundamentalmente de la cantera, así que en principio, tal vez sea mejor centrarse en la próxima Liga, pelear en la Copa de la mejor manera posible… y dar por bueno haber despertado del sueño europeo. Siendo prácticos.
Por Carmelo Rodrigo, socio del Athletic Club y contertulio en Onda Cero
@carmelo_rodrigo
(Bilbao, 1961). Licenciado en Derecho por Deusto y trabajando siempre en el sector financiero. Más de 800 artículos publicados y 16 años en radio, todo relacionado con economía, fútbol, toros y gastronomía. Habitual en San Mamés desde los 7 años y socio hace 38. Ahh!!! y seguidor del Athletic Club por toda España y medio mundo. Más información en www.carmelorodrigo.com