Si la temporada realizada por el Athletic Club de Bilbao fuera obra de un guionista profesional, ya les digo que lo denunciaba ahora mismo. Por perverso, por privarnos de un sólo minuto de tranquilidad, por excesivamente malicioso en sus primeros capítulos y por un desenlace que la familia zurigorri no se merecía.
Hemos pasado por tantos estados de ánimo y tan variadas interpretaciones del espectáculo futbolístico que se nos ha ofrecido, que ese esfuerzo merecía otra recompensa. Aunque si uno lo piensa bien, el problema quizá resida en no terminar de asumir que subirse al tren del Athletic tiene mucho más de montaña rusa que de circuito turístico por la ciudad.
Las notas finales de esta temporada me recuerdan a las de mi hija. Tienen un buen número de comentarios al margen. “Suficiente pero debe aplicarse más, notable pero ha bajado su rendimiento en el último trimestre, bien pero puede rendir mejor, le falta constancia. Aprobado pero necesitará estudiar más el próximo año para sacar el curso”.
Es imposible ponerle al Athletic una nota final sin anexos. Es más, sería injusto cargarle a Gaizka Garitano con una nota global porque él ha sido ese profesor que se incorpora sobre la marcha ante un alumnado retrasado y sin base suficiente que no ha hecho otra cosa que perder el tiempo desde el primer día de clase.
Las catorce primeras jornadas fueron un error reiterado basado en no calibrar lo que se le pedía a esta plantilla y lo que realmente podía ofrecer con ese ideario. Un fracaso en toda regla. Si a eso le añadimos la tardía reacción para atajarlo, nos encontramos ya con un curso viciado condenado a una nota baja
El caso es que Gaizka llegó con un libreto mucho más ajustado al material humano del que disponía y al final, los números de su gestión, la suya, no pueden bajar del notable. Números de posiciones europeas. Pero a Garitano le pasa como a mi hija. No se puede librar de los anexos y llevar una nota limpia a casa. Las sombras del último mes y medio de competición son demasiado evidentes como para pasarlas por alto.
El único gol que ha marcado lejos de San Mamés en los cinco últimos partidos lo hizo En-Nesyri en propia puerta, rara vez ha gobernado los partidos con su pobre propuesta futbolística y, cada vez que ha llegado a esa encrucijada que define la altura de los objetivos por los que luchar, el paso ha sido hacia atrás. Lo del último partido en Sevilla fue simple y llanamente un despropósito en cuanto a falta de ambición y mentalidad ante un rival amable de imposible digestión.
Llegados a este punto, tampoco es cuestión de ignorar los aspectos positivos por mucho que todavía nos duela el desenlace de la Liga. Hay que tenerlos bien puestos para mirar a la cara al ogro del descenso allá por Navidad y salir con la determinación con que lo hizo el Athletic.
Seguro que son muchos los lugares donde nos admiran por eso y pagarían por tener un diez por ciento del amor propio que tiene este club para tirar del carro unidos en situaciones casi desesperadas. Por eso entiendo a Garitano y a los jugadores cuando insisten en aquello de “mirad dónde estamos y de dónde veníamos”. El caso es que el equipo ha echado en falta el eslabón perdido entre la capacidad de reacción mostrada y la determinación para ir a por más.
En la línea de ataque, por cierto, Aduriz ya haya despejado la incógnita sobre su futuro y Villalibre extendido su contrato. Independientemente de la decisión del '20' del Antiguo, está claro que esta plantilla tiene que ser reforzada.
Las salidas y los informes de los Sancet, Vencedor, Iñigo Vicente y Gaizka Larrazabal nos llevan a una regeneración inevitable y necesaria. No conozco equipo bueno sin buen centro del campo. Hace falta más poder para generar fútbol y mucha más velocidad en las transiciones ataque-defensa. Si se puede traer un buen fichaje, la regeneración puede ser una realidad.
Ahora falta por ver si todos ellos convencen a un Garitano que esta temporada, tal vez por las situaciones vividas, no ha mirado hacia abajo, incluido Peru Nolaskoain. Sus razones habrá tenido, pero entiendo que se abre un nuevo tiempo de ilusión para un Athletic más joven y con otra cara. A ver si el año que viene las notas de Garitano y de mi hija no tienen muchos anexos.
Por Ramón Hernández, periodista de Radio Nacional
"Ramonchu" tornés mas razón que un santo apa ath