Un Athletic… ¿valiente?

Hace algún tiempo, sentado en la terraza de una cafetería, escuché la conversación que se estaba produciendo en la mesa de al lado. Una mujer le decía al que parecía ser su hijo lo contenta que estaba con él, con su actitud, con su esfuerzo por hacer las cosas bien y, en definitiva, por ser un buen chico. La señora en cuestión también le puso un pero. Le dijo que era una lástima que con todas las virtudes que tenía, no fuese un poco más alegre, un poco más risueño y algo más desenfadado. Le invitó con cariño a animarse a dar ese paso, le dió un beso y, enseguida, se marcharon.

No sé por qué, pero me ha venido a la cabeza aquella situación a la hora de escribir estas líneas en torno a cómo veo al Athletic Club a las puertas de una nueva temporada y tras las dos o tres últimas. Me encuentro entre los que la mayoría de las veces aprecia a un equipo aplicado, que rara vez regatea esfuerzos, que saca la casta y el temperamento allá donde no le llega el talento y que tiene verdadero mérito calibrando las dificultades y los resultados.

Pero me pasa como a aquella señora. El paño es bueno, la estructura es sólida, el trabajo no se discute... pero sigue faltando ese algo. Tras muchas reflexiones, y sin olvidar jamás que hemos elegido un modelo de competir que nos llena a pesar de las evidentes limitaciones deportivas, hay un rasgo que se viene repitiendo con alguna frecuencia y que sí creo que tiene mucho margen de mejora. Me refiero a ese punto de valentía y desenfado que ha faltado en ocasiones para cristalizar objetivos o para afrontar situaciones concretas.

Le ocurrió al Athletic del último año de Ernesto Valverde cuando se plantó en El Calderón en el último partido de LaLiga con un puesto europeo en juego ante un rival de fiesta y con todos sus deberes hechos. Un día para olvidar calcado al que se vivió dos años después en el Pizjuán, ya con Gaizka Garitano en el banquillo, donde volvió a aparecer la versión más pusilánime de un Athletic apocado ante un rival sin alicientes que echó al traste no sólo la reacción tras un año difícil, sino también, una vez más, una plaza europea.

Un Athletic que se enciende y se apaga como un árbol de Navidad, como también quedó demostrado la pasada temporada

¿Por qué rescato todo esto de la memoria más reciente?

Porque sinceramente creo que estamos ante un alumno aplicado al que se le puede pedir que dé un paso adelante. Si es con algún fichaje que aporte un plus, mejor. Pero si algo nos ha enseñado esta extraña pretemporada es que aquello de “hacer de la necesidad virtud” es algo más que una frase.

A estas alturas no vamos a exigirle a Garitano que se la juegue con un puñado de jóvenes. Seguramente tampoco seríamos justos con esa exigencia porque la vara de medir a los entrenadores es corta, fría y muy resultadista. Pero los que sí creemos en que es posible un salto de calidad en la propuesta del equipo estamos ilusionados. Personalmente, me han gustado mucho las aportaciones de Morcillo, Vencedor y Zarraga.

Lo de un perfil como el que da Morcillo es algo que me quitaba el sueño. En mis tiempos como jugador el mejor de mi equipo fue siempre el extremo izquierdo. Y el mejor del equipo rival, también. Ese “cabrón” que te encara, gambetea, pone los centros más peligrosos y firma una buena tarjeta de goles por temporada.

No desdeño en absoluto los valores “intangibles” de un jugador, pero creo que a un extremo hay que valorarle más los “tangibles” por los incendios que te crea arriba. Y creo adivinar que ese puede ser Morcillo. Y si eso supone ciertas lagunas en el entramado defensivo del equipo, es tarea del entrenador buscar soluciones alternativas. Sobre todo si ese entrenador echa en falta más peligro y más gol en la plantilla que tiene a su disposición.

El Athletic de la temporada que ya asoma tiene, a mi juicio, otra asignatura pendiente

Es la del control del juego, la de manejar con más protagonismo el ritmo de los partidos. A Vencedor ya le hemos visto más y es una alternativa por la que merece la pena apostar. Lo que ya ha enseñado invita a pensar que mejora al equipo y le veo sólo a falta de que Garitano le dé un puñado de partidos seguidos.

Entre él y lo que se adivina de Zarraga, que ha sido el otro soplo de aire fresco de la pretemporada, se tiene que estar cociendo el Athletic más inmediato para reforzar una línea que lo necesita para dar un salto de calidad.

Lo decía al principio. El alumno es bueno, cumplidor y aplicado. No es mala base para aprovechar la materia prima que ya está aquí y dotarle de un punto más de valentía. Verdaderamente lo espero del Athletic... y de Garitano.

Por Ramón Hernández Arostegui, periodista de Radio Nacional

@RamonHdezRNE