Así que primero voy con lo mejor del Mundial de Rugby Francia 2023 que siempre resulta más gratificante y que, además, y escribiendo sobre rugby en términos pugilísticos, siempre vence por K.O. a todo aquello que podríamos encuadrar bajo el epígrafe contrario, o sea, bajo lo peor y de lo que al final de estas líneas también daremos cuenta cuenta justa para no ser acusados de "caseros". Pero primero, eso: lo dicho, lo mejor del Mundial de Francia 2023 (y sin orden de preferencia):
1. Las lágrimas que derramaron los jugadores portugueses después de ganar su primer partido en un Mundial, a Fijy, una selección que no es moco de pavo precisamente, y a pesar de que la victoria les eliminaba del Torneo. Ver esas lágrimas (¡de alegría!) es el mejor el mejor tributo a un deporte en el que el honor (¿alguien sabe lo que es?) estará siempre por encima de los triunfos (a éstos sí que los conocemos, ¿verdad?).
2. Y sin dejar a Fijy: a su jugador Joshua Tuisova, durante el Mundial se le murió un hijo de 7 años, después de una larga enfermedad. Pero Joshua no acudió a los funerales y continuó concentrado con sus compañeros para disputar y asegurar su plaza en los CF en el partido, al que anteriormente hacíamos referencia, que su selección disputaba contra Portugal donde un punto bonus les servía para superar a Australia y sellar, de esta manera, su pase entre las ocho mejores selecciones.
3. O el quién da más después del Irlanda vs Nueva Zelanda. Después de las ¡37 fases! que una enorme y heroica Irlanda realizó en la última jugada del encuentro buscando enmendar la fatídica suerte que le persigue en los Cuartos de Final de los Mundiales. Al final 24-28. Otro Mundial será. Pero el partido quedará grabado en la retina de todos aquellos que lo vimos aquella tarde de octubre.
4. ¡Y cómo no! El inteligentísimo planteamiento de Rassie Erasmus, entrenador jefe de los Springboks, que dejó en apenas 11 tantos a los todopoderosos All Blacks en la Final. Cuando se dice que Sudáfrica le tiene tomada la medida a Nueva Zelanda no se sabe muy bien todo el esfuerzo y (seguro) todas las noches en vela que eso supone.
Y en cuanto a lo peor, por el contrario, no habría mucho donde elegir, dejando en un aparte a la horrible megafonía que, a través de mi televisión, por lo menos, me impidió disfrutar de la maravillosa liturgia de los Himnos, ya que en la retransmisión las voces en directo del esforzado coro se entremezclaban en un batiburrillo desajustado y desintonizado con los propios cantos de los espectadores.
Aunque habría otro un detalle, y éste sí, super horribilis y que a mí me ha hecho cabecear perplejo, aunque después de pensarlo con un mayor detenimiento, no sea más que lo que lamentablemente debería haber tenido previsto. Porque no todo es tan prístino y ejemplarizante. Ni siquiera el rugby. Porque ni él puede librarse de esos contratiempos que nos asaltan en cualquier momento y desde hace ya tanto tiempo que, a veces, nos olvidamos de contar y los asumimos con una triste recogida de hombros, como algo que siempre ha estado y estará ahí (¡ay!), como el cielo continúa sobre nuestras cabezas.
Y con ello me refiero al enconado y milenario enfrentamiento que existe entre Francia e Inglaterra y que, incluso, y más allá de sus diferencias políticas y de carácter llega a materializarse, incluso, en el uso del idioma. Quizá nuestra seña de identidad más sapiens. Porque si de imposible pudiéramos catalogar que un inglés te hable en francés, a duras penas conseguirás que un francés te hable en inglés. (Comprobado en persona: hace apenas 5 años en la cafetería de la Filmoteca de París, no encontré un camareta con el que pudiera entenderme en el idioma de Shakespeare). Y de estas idiosincrasias ni tan siquiera el rugby, el más bello combate entre caballeros, puede decir, ésta boca no es mía. ni librarse de sus lamentables resultados.
Y lo explico y que alguien me lo explique, por favor. La Final, y el Mundial con ella terminó el pasado sábado, 28 de octubre, Pues bien, Liga Inglesa de Rugby, más conocida como la Gallagher Premiership, había dado su pistoletazo de salida el día 13; o sea, 2 semanas, 15 días antes de que el Mundial bajara sus persianas. ¿Cachondeo, o una flagrante falta de respeto? ¿O es que estos gentlemen (sic), estos mandamases de la Federación Inglesa no podrían haber dejado pasar dos semanitas de nada y haber retrasado, por respeto al Mundial, sí, ¡cómo no!, el comienzo de su Liga sólo 15 diítas, como suele decir un colega?
Claro, amigos, pero con Francia e Inglaterra se toca hueso reiteradamente. Sí, sí, Francia e Inglaterra, aceite y agua., perro y gato. Pero yo, por lo menos, estoy hasta los c. Como dos chiquillos que se negaran a crecer y que no se cansan de meter el dedo en el ojo del contrario. Y de girarlo después. Y aquellos mismos mandamases, a los que antes aludía, seguramente habrán discurrido (sic), esperar hasta el día 13, sí, mucho más que suficiente, porque cierto que hablamos de Rugby, y de todo un Mundial, pero no menos cierto es que lo organiza Francia y en algo tenemos que tocarles las pelotas haciéndoles ver, por ejemplo, que su Mundial nos importa, pero no demasiado, no hasta el extremo de aplazar el inicio de our business, de nuestra Gallagher.
Así, que les quede clarito, parecen terminar diciendo esos mandamases. France well, welll… ma non troppo. Y vosotros podríais decirme, otra versión de la Monarquía versus la Guillotina, de Wellington versus Napoleón, otro más de lo mismo. Pero es que yo pensaba que el Rugby era otra cosa: sagrado, intocable, y que los ingleses sabrían respetar el Mundial. ¡Qué ingenuo, ¿verdad?! Por lo menos Sudáfrica, los infatigables bokkers, nos han echado un capote y han dejado a Inglaterra con la miel en los labios y fuera de la Final por un solo puntito (15-16).
¡Merecido se lo tenían los ingleses pretendiendo pasar Liga por encima del Mundial! ¡Semejante bravuconada no merece otro premio que la lucha por el 3º o 4º! ¡Y a callar, y aprender a ser más humildes next time! Aunque eso lo veo complicado. Porque aparte de comer fatal, a estos ingleses parece no importarles eso de comulgar con ruedas de molino. Erre-que-erre. Así que peor para ellos. Aunque sólo por esto, por dejarles fuera de la Final, Sudáfrica se habría ganado alzar el trofeo de los campeones, la bonita Webb Ellis Cup a los cielos para que Madiba pudiera volver a verla desde más cerca.
• Por Toni Garzón Abad, escritor y director de cine