La visita del Club Deportivo Leganés al Nuevo Estadio José Zorrilla la califiqué como "el partido del miedo". Los cuatro encuentros sin ganar y el hecho de haber marcado sólo un gol en 360 minutos hacían determinante el duelo ante el equipo pepinero.
La exigencia era muy alta, pero el Real Valladolid no lo consiguió. La derrota (2-4) ante los de Mauricio Pellegrino puede abrir una nueva vía en el equipo de Sergio González si éste y su vestuario no consiguen estar a la altura de la madurez que exige esta situación.
El clima blanquivioleta es duro pero no límite. Saber entender el momento, las prisas, las exigencias, los cambios y las motivaciones harán grande a este Real Valladolid al sacarle de una situación dura.
Acumular cinco semanas sin ganar, el problema ofensivo del equipo y las dudas que pueden multiplicar detalles defensivos como el error de Jordi Masip sólo se soluciona con madurez, aquélla que hizo salir al Pucela de la zozobra cuando ya se le veía sentenciado.
En el Estadio Abanca-Balaídos, la remontada (3-3) del equipo de Sergio no fue solo por empuje y convicción sino, también, por madurez. Pese a todos los problema suscitados en las primeras jornadas ligueras, el Real Valladolid entendió qué necesitaba y cómo, y sólo así varió su guion y acumuló 13 puntos de 15 posibles de forma consecutiva.
Recuperando aquella identidad y sin perder de vista la madurez que necesita el equipo y que le llevó a aquel momento, el Pucela saldrá de esta dinámica si él y el entorno consiguen no perder la perspectiva.