El fútbol ha cambiado. De forma momentánea, el entrenador es el responsable de una gestión que hasta la fecha era inimaginable. Un preparador, antes de marzo de 2020, debía gestionar el vestuario en conceptos deportivos. Muy posiblemente, con aspectos extradeportivos se curaban detalles futbolísticos, pero no al revés. En contadas ocasiones el técnico debía gestionar aspectos de fuera del terreno de juego, pero, ahora, el coronavirus lo ha cambiado todo.
Recuerdo que, en uno de los análisis finales de la temporada pasada, Sergio González señaló el brote de contagios en el equipo del mes de marzo y abril como uno de los grandes responsables del descenso del equipo. Sin saber cómo pudo afectar al equipo y qué pudo suponer al 100%, aquel momento y la situación general obligan ahora a una gestión plagada de paciencia y adaptación.
En el fútbol siempre se ha dicho que el que se ponga nervioso "no sale en la foto", pero, ahora, el que no sepa gestionar desde la paciencia y la tranquilidad es aquel que se pierde para el momento final. Con todo, la actual situación del Real Valladolid obliga a una tranquilidad que la temporada pasada no existió... y que el equipo pagó.
El nerviosismo en el que estaba instalado el primer equipo hizo que los golpes fueran letales. Ahora, con la llegada de José Rojo, Pacheta como refresco, el Pucela está centrado en tener un nuevo camino. El perfil del entrenador burgalés es diferente y es, obviamente, el que necesita el equipo en este momento. Lo es por el descenso y, también, por la exigencia a la que se va a encontrar el equipo durante todo el transcurso de la nueva temporada.
El Real Valladolid debe estar preparado a que cada derrota sea un golpe moral y a que muchos empates sean mazazos a la confianza del equipo. El camino para entender esta situación y para saber que nada debe ser el punto de partida para el final es tener un cuerpo técnico con cintura, un entrenador con capacidad de gestión y un vestuario con confianza para adaptarse a la realidad que se vaya encontrando y no aquélla en la que mejor se encuentre.
El golpe del descenso a LaLiga SmartBank es importante, pero, también, una realidad de la que aprender y sobre la que crecer, conceptos que Pacheta tiene claros en su discurso y metodología exigente, pero llenos de paciencia y adaptación a la realidad. Ahora, con ocho contagiados por coronavirus, tiene una buena prueba.
Sería interesante detallar todos los jugadores que han pasado el coronavirus el año pasado y este. No creo que queden muchos por inmunizarse.