La tierra es redonda desde hace poco más de quinientos años y el hombre procede del mono no hace ni ciento setenta. Ha sido cuestión de acostumbrarse. Que ni la tierra era plana como parecía ni Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza —no puede haber Dios con tal mal gusto—. Ni Carranza es sin más el nombre de un estadio ni todos los Caídos están en el Valle. Basta ya de disfrazar y mantener el posfranquismo con el lamentable argumento de la tradición. A este pueblo le cuesta tanto cambiar de velocidad que a veces parece como si el progreso no fuera con él. ¡Qué resistencia al cambio, coño! ¿Se imaginan al Rubio con el mismo grupo desde Los Tintos de Verano? Hay gente que todavía cuenta el dinero en pesetas… y encima se equivoca.
Los gaditanos prudentes, antes de pronunciarse, saturan la Wikipedia para saber si José León de Carranza le puso el nombre al Estadio en honor a su padre o al falangista criminal de su hermano, y los gaditanos “cabales” lamentan que Manolo Santander tenga que sustituir “esperanza” por otra virtud que rime con el nuevo nombre del Estadio (a menos que le pongan “Estadio de la Venganza”, que no estaría mal como consuelo por los setenta años que hemos aguantado a Ramón). ¿Y el Trofeo? Al carajo, directamente. Y así no echamos de menos la barbacoa —la que fue, no la que era—: cuatro güenas comparsas y una trócola por tablao.
Qué poco me gusta ver a mis paisanos enfrentados por estas polladas, cuando la mitad luego no va ni a votar. Pero, ojo, la pollada no es el cambio de nombre sino el enfrentamiento. Los que sabíamos de la gravedad del mantenimiento indefinido del nombre del Estadio, jamás abrimos fuego. Si ahora se aplica la Ley de Memoria Histórica, no abridlo vosotros… o se os va a ver el plumero más de la cuenta. Que esa es la segunda parte.
Y la tercera es el nuevo nombre. Yo propondría el de “Cádiz Arena”, que es más europeísta, como el de Amsterdam o el Allianz de Munich. Pero, claro, “Arena” significa cubierto, y aquí solo se salva la tribuna. El resto se moja. Por eso lo completaría: “Cádiz Arena Mojá”, porque lo que pierde de cosmopolita lo gana en castizo y así podrían quedar contentos los dos bandos. Si se le pone “Mágico González”, los que no sepan de fútbol pueden creer que va por Felipe y si ganara el PP le cambiarían otra vez el nombre por el de “Mágica Martínez”. Si se le pone “Mejías”, a lo mejor Juan José dice “¿y yo qué?”. Lógico. Y si se le pone “Linares”, cuando venga a jugar el Linares se lía. Si se le pone “El Submarino”, los gamberros pintarían debajo “po cógeme el pepino”. Total que, dada la enorme dificultad de llegar a un consenso, surge el espíritu ilustrado que plantea quitar lo de “Ramón” y dejar “Carranza” a secas, entendido no como nombre propio sino como concepto futbolístico gaditano. Suscohonahí. A la mierda el nominalismo.
La cuna de la libertad tiene a la libertad metida en la cuna. Lo que me parece terrible no es que se haya seguido manteniendo el nombre del Estadio sino el debate que está generando su cambio. Y el centro de gravedad no está ni en el Estadio ni en su nombre, sino en el complejo mesiánico de los gobernantes de titular los espacios públicos con sus puñeteros apellidos, sean del color que sean. Somos cabrones hasta para tragar con esa jodida manía faraónica de querer reinar después de muertos. La historia de España no da para muchos nombres, y la de Cádiz menos. Mientras los políticos nombren a los jueces y a las calles no habrá ni justicia en los tribunales ni libertad en las calles, y menos si prospera la moda de tener que andarlas en sentido único (el cuplé me lo guardo). Que lo del nuevo nombre de la “Avenida Cuatro de Diciembre” suena del carajo, pero como un día el consistorio gaditano vuelva a teñirse de azul la cambian y le ponen “Veinte de Noviembre”, “Dieciocho de Julio” o “2011: la Odisea de Mariano”.
Y ya puestos, ¿vamos a dejar lo de “Estadio”, si ahí sólo se practica fútbol y barra fija? ¿No sería más latino y vintage llamarlo “Coliseo”? COLISEO “EL RUBIO”. Así ya no se mosquean ni Juan José ni Pepe Mejías, que son —con diferencia— los dos futbolistas gaditanos que más lo merecen y, además, los dos son rubios, como yo. Ahora pa que Carranza fuera rubio…
EL RUBIO (inaugurando el “Alaska Arena”, antes llamado “Bush Ice Stadium”)