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Cubiertos con la bandera

Juan Carlos Aragón

Chalé aparte, el Coleta está demostrando que es un tío de Estado más allá de sus controversias ideológicas y más acá de todos los que le están disparando desde que apareció en primera línea de fuego. Muchos años han pasado hasta poder volver a ver en este país a gente haciendo política real porque, por si alguien lo olvidó, esta praxis contempla —ante todo— el entendimiento y la negociación con quienes a priori se sientan enfrente. ¿Para gobernar a toda costa? Para gobernar, a secas.

A la derecha le está jodiendo tanto que —por primera vez desde que tengo uso de razón política— la estoy viendo desesperadamente dividida. El juego de las banderas se le ha ido de las manos. Normal. La bandera no es argumento más que para un balcón goyesco, así como tampoco es el independentismo catalán el mayor problema del país, por más que se empeñe el primo de Rivera. La izquierda actual tiene donde escoger. La derecha, no. Su incapacidad para templar los nervios a raíz de la moción de censura y ante la posibilidad de que los presupuestos puedan salir adelante, la está sacando del armario político a trompicones y, sin darse cuenta, tanto PP como Ciudadanos y VOX, están iniciando una precampaña peleando entre ellos por demostrar quién es más facha de los tres. De los últimos ya se sabía. De los dos primeros también, pero no todo el mundo lo aceptaba. Es lógico. Aceparlo admite dos opciones: o no votar o votar a la ultraderecha sabiendo que lo es. Aunque teniendo en cuenta que la derecha española es mayoritaria y descaradamente ultraderecha, tampoco estoy seguro de que esto sea un drama para la mayoría. El problema real lo tiene quien es de derechas y no encuentra partido que lo represente pues, dentro de su neoliberalismo, también admite actitudes progresistas y, por supuesto, su ética y su sentido de lo social lo aparta de proclamas xenófobas, franquistas y católicas: o sea, entre 40 y 45 personas en este país (más no hay).

De los mejores episodios de esta triple alianza es el de la indignación por los guiños para que el gobierno medie ante la justicia por el indulto de los presos políticos… después de haber presionado ellos cuanto pudieron para que esa misma justicia encarcelara a los independentistas, sabedores de que la justicia en España no es un poder independiente, pues acepta de buen grado las invitaciones de los gobernantes o ex gobernantes (de la ultraderecha), a los que —por muy flagrante que haya sido su delito— rara vez enchirona y, si lo hace, es tarde y mal. Si el Tribunal Supremo paraliza una sentencia contra los bancos, el Tribunal pierde de inmediato el atributo de “Supremo”, y queda ante la indefensa ciudadanía a la altura de un mismísimo carajo. En este país, hasta Cataluña es más independiente que la justicia.

En un ambiente así, que un líder de la oposición se encargue de abanderar la negociación con todas las partes con las que se puede hacer pandilla para sacar adelante los presupuestos de un país en permanentes horas bajas, es simplemente un derroche de voluntad política al que no estamos acostumbrados. A unos nos sorprende gratamente. A otros les incomoda, les perturba, asusta, asalta, ruboriza, escandaliza, altera, corroe, mata y desata. La cuestión es analizar a quiénes una cosa y la otra y, en todo caso, por qué. El porqué yo lo sé. Tú no sé. Pero deberías saberlo. Si no lo sabes, apúntate al carro de la filosofía resurrecta y busca la realidad tras la apariencia. Y si no quieres hacerlo es porque sabes la respuesta. Peor facha es el que lo oculta que el que lo reivindica (“peor” quiere decir “infinitamente más peligroso), como el primo de Rivera que, ya puestos, me gustaría saber qué haría si, para que su primo Casado gobernara (o para gobernar él), tuviera que aceptar las reivindicaciones de los que pusieron la bandera en el Peñón de Gibraltar. Yo lo sé. Tú no sé. Pero deberías saberlo. Si no lo sabes, apúntate al carro de la filosofía resurrecta y busca la realidad tras la apariencia. Y si no quieres hacerlo es porque sabes la respuesta. De hecho, sería estratégicamente conveniente que, antes de las elecciones de 2020, la triple ultraderecha se aliara en un Frente Popular llamado “La Bandera de España”. Resultaría más fácil para todos. Pero el problema ahora se les complica. La UE les pide que eliminen la Fundación Franco y todos los símbolos franquistas. Y entiendo que esos símbolos, además de a la corona, alcanzan a todos los partidos que mantienen el “Una, Grande y Libre” disuelto o resuelto en sus continuas proclamas.

Es cierto que en la cárcel, después de darles muchas vueltas, no han tenido más remedio que meter a algunos sinvergüenzas. Pero la gran vergüenza de España sigue estando afuera. Desde Europa se ve. Y eso es otra vergüenza mayor.

JUAN CARLOS ARAGÓN

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  1. John McKillo

    "El problema real lo tiene quien es de derechas y no encuentra partido que lo represente pues, dentro de su neoliberalismo, también admite actitudes progresistas y..." Obviamente estás provocando, o te has metido confeti en ayunas y alucinas confundiendo entre la izquierda al granuja PSOE. La derecha "civilizada" en España se llama PSOE; lo saben allende los Pirineos, lo saben los españoles, lo saben los PERonistas, lo sabe todo dios, menos un Rubio, al que lo$ premio$ a la mejor letra dedicada a Andalucía han convertido en andaluz y español, traicionando la esencia cantonalista del gaditano. Vinieron en tropel en los sesenta-setenta y disolvieron la idiosincrasia del gaditano, desnaturalizado la población. Las sociedades absorben, asimilan, digieren y se enriquecen con aportaciones que las previenen de la endogamia, pero, una ingesta excesiva las lleva al empacho. Y en esas estamos, en un cólico de desfiles procesionales y sopistas del Carnaval que dan en llamarse gaditas, una subespecie excretada por esta población de nuevo cuño fruto de la invasión de provincianos, que ha arrumbado a la pléyade de gaditanos buscavidas que maquillaban su picaresca con gracia, gracia, no 'malage' —mal ángel—. No sabemos que resultará de este potaje con el paso de las generaciones, pero lleva años oliendo a Carpetovetonia más que a Cádiz. Michael Robinson conoció a los últimos de una especie extinta. Gloria a Cádiz. Ah, los que dicen "Cai" no son gaditanos, sino 'gaditas', esa subespecie que necesita reivindicar su pertenencia a la trimilenaria. 'Cai' solo se utilizó en ciertos palos del flamenco por razones de rima y metraje musical por un sector con más arte que conocimientos.

  2. VOX

    Hay están los chaqueteros y farsante gays del PP.

  3. Francisco Adrian Jimenez Avelli

    ‌como siempre sublime este Jc