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Pablo resiste

Pablo Iglesias, en un acto de Podemos.
Juan Carlos Aragón

En pleno infierno de pesimismo y guerra de nervios por las encuestas,  a mi admirado Coleta no se le ocurre otra que sacar la guardia contra los multimillonarios propietarios de los medios de comunicación, olvidando que tal vez fueron los mismos que en su día vendieron su marca (cuando su marca vendía).

Desde que Gutenberg inventara la imprenta hace 570 años, la in-prensa se convertía en el cuarto poder. Cuarto solo por respetar el orden cronológico de su llegada al cetro de los poderes fácticos: el Gobierno, la Banca y la Iglesia llegaron al séptimo día de la Creación aprovechando el descanso divino. No obstante, desde entonces hasta hoy, su poder ya no es el cuarto sino el primero; por encima de la Banca, si me apuras. La celebrada sentencia cervantina “Con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho” hace cinco siglos que sufrió un leve retoque, y donde decía “Iglesia” empezó a decirse “Prensa”, igualmente en mayúsculas.

Yo un día tuve la osadía de cantar un pasodoble en contra de cierta prensa… y todavía me duran las cicatrices. Me despaché a gusto. Pero luego, ellos más. Solo tuvieron que esperar a que mi comparsa se tambaleara un poco. Prefiero no recordarlo, aunque no se me olvidará. Luego se arregló la cosa. Y aunque el tiempo borra casi todas las heridas, algunas cicatrices quedan para siempre.

Cuando ahora veo al Coleta entre la espada y la pared por el acoso de determinados medios que claramente van a por él, lo contemplo como a un héroe indefenso a un paso del martirio. No están haciendo leña del árbol caído, pues aún no ha caído. Creo más bien que están intentando empujar el árbol para que termine de caerse porque lo ven tronchado. La leña la harán luego… salvo que Pablo resista, que difícil lo tiene mientras siga dándole agua al enemigo de esa manera tan torpe. Si le hablas mal a Hilario del Pino o a Iñaki de sus todopoderosos jefes en directo y en su casa, no esperes que te regalen Yemitas del Tajo.

Yo que tú me concentraba mejor en subsanar como puedas esa catarata de errores en materias capitales, que parece que te ha mirado un tuerto. La soberbia y la vanidad (con la estrecha colaboración de tu intimísimo entorno) te han nublado la serenidad y la sabiduría para distinguir lo que puedes cambiar de lo que debes aceptar. Ahora no vale un discurso bronco y agresivo, pues delata un conflicto de conciencia contigo mismo y con tu partido (con lo que te queda de tu partido, quiero decir).

En España todo el mundo es facha hasta que no te demuestra lo contrario. Pero a ti mucha gente te lo ha demostrado, especialmente esa superficie que te votó sin pedir nada a cambio, la superficie de la que tanto te hablo y que tú ignoras agarrándote a las bases, como si las bases te fuesen a dar escaños suficientes para no quedarte el último de la fila.

Yo sigo queriendo a ese Coleta radical que se enfrenta al facherío nacional desde la prudencia y la valentía de seguir apostando por el diálogo con el independentismo catalán, desde la condena al genocidio americano por encima de la historia, desde la denuncia a la manipulación informativa, desde los ataques a la Banca, al Supremo y a Suprimo. Todos sabemos que Errejón es un traidor y un camaleón. Pero también sabemos que más cerca que Errejón y en tu actual retaguardia tuviste —y tienes— pólvora más caliente en bengalas más incontrolables. En campaña no se trata de cambiar el contenido del discurso, sino la forma. Se nota desde muy lejos que te están calentando los huevos… y tú te los estás dejando calentar. Mételos un rato en agua fría.

Si de verdad quieres votos para gobernar —o para quedarte cerca— oye a tus enemigos, que de ellos se aprende más que de los falsos aduladores. Si te indigna que los españoles en momentos de crisis se agarren a la bandera, déjalos que se agarren. Ya se darán cuenta de que la bandera no da de comer, como tampoco se come de la historia ni de la retirada de los lazos amarillos. Ese romanticismo nacional decimonónico hace 120 años que la Generación del 98 también empezó a combatirlo, aunque desde posicionamientos más equilibrados y modernistas. Aun así, Unamuno, Pío Baroja y el primer Ortega tampoco pudieron evitar que sus nobles ideales de progreso para salvar al país evitaran la guerra.

Sé que la idiosincrasia ibérica lo pone cuesta arriba porque —te repito— en este país progresar se entiende como regresar. Es una putada constitutiva de nuestra raza, pero tú ahora eso no lo vas a cambiar. A veces es preferible un malo que un bruto, porque con el malo se puede negociar pero con el bruto no. En España no hay tanto malo (que también lo hay) como bruto. Así que no sigas confundiendo la defensa de tu programa con un ataque a los molinos de viento. Como se dice en cuaresma, “humedad y paciencia”. Aunque te duela. Pero resiste. Aunque sea cantando. Como Cádiz resiste. Como resistió París…

JUAN CARLOS ARAGÓN

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  1. joze

    agelito dep

  2. John McKillo

    Decía Ortega que la política es la arquitectura completa, incluidos los sótanos.

  3. Javi

    Pero durante cuánto tiempo vamos a hablar del genocidio americano o del franquismo??... Estamos en el s. XXI... Soluciones a problemas actuales sin rencores, ya que lo que somos no es lo que fuimos, hemos evolucionado hacia una democracia... Ahora Juan, si está de moda ser guay con esas ideas... Adelante. Pobres borregos los que te toquen las palmas... Que por mucho esfuerzo que hagan solo sonarán pezuñas