Los últimos días todos aquellos que conocimos y quisimos a Jaume Ortí hemos hecho una preciosa y apasionante carrera por plasmar negro sobre blanco todo lo que supuso la figura del ex presidente del Valencia CF. No tanto por sus éxitos, que también, sino porque Jaime (o Jaume) era una buenísima persona, de esas a las que hacerte la vida sencilla era su forma natural de ir por el mundo. Su palmarés es extenso, pero su bonhomía aún es mucho mayor. Jaime ya no está entre nosotros, pero su recuerdo perdurará y, espero, que su legado también.
Porque de Jaume debemos aprender -en términos valencianistas y como filosofía de vida- a ceder, a ser reflexivos y pacificar. A anteponer el amor por el Valencia CF por encima de todas las cosas y a convertir la defensa del club, de los suyos y de todo lo valenciano como leitmotiv vital. Por eso ahora son miles y miles de aficionados los que lo homenajean en su adiós. Hasta el Levante UD, en un detalle de señorío que les ennoblece aún más, guardó un sentido minuto de silencio por Jaume. Es la prueba evidente de que Jaume no tenía enemigos. Quería y se hacía querer.
Pero también tenemos que aprender del ex presidente a sonreír a las dificultades, a no desfallecer cuando el Real Madrid te sacaba ocho puntos como en aquella Liga de 2003-04 que terminó ganando el Valencia y que, hasta la fecha, es el último título de la competición doméstica que ha ganado el Valencia y el penúltimo que no se han llevado el Barcelona o el Real Madrid. Jaume jamás desfallecía.
Pero Jaume, aunque siempre estaba sonriente, también tenía su carácter. Eran contadas las ocasiones en las que se enfadaba y alguna vez vi sacar el genio a Jaume Ortí fue ante las injusticias arbitrales a favor del Madrid o del Barça y contra Paco Roig cuando éste le apretaba y atacaba el Valencia que él dirigía.
Pero, si me tengo que quedar con alguna enseñanza del ex presidente y creo que es porque era un hombre feliz que vivía el Sentiment valencianista y para ser feliz apenas necesitaba que dos o tres valencianistas se juntaran para hablar de su club. Por eso, estuvo siempre en todos los sitios que lo reclamaron, por eso hoy está alojado en el corazón de todos los seguidores valencianistas y, por eso, lo que suceda hoy en Mestalla es importante, pero no vital, porque Jaume habría sonreído igual y, cuando me hubiera visto, me habría dado un beso y me habría preguntado: "Iee, com estàs bonico?" Y yo le habría dicho: "Molt bé president". Porque Jaume fue, es y será el presidente de todos aquellos que aman el Valencia CF. No había más que ver cómo estaba el tanatorio el sábado, la parroquia el domingo y Mestalla por la noche. Fue el minuto de silencio con más palmas y más sentido que recuerdo en Mestalla. Feliz semana, en la medida que se pueda.
David Torres
Delegado ElDesmarque Valencia