Este domingo, después de haber asistido a un clásico y haber disfrutado como un niño con el Valencia CF-Athletic, me siento al ordenador y me pongo a evocar cómo fue aquel día en el que publiqué mi primer artículo firmado. Han pasado 28 años y lo sé porque mi madre, siempre tan maravillosa (gracias), se preocupó de enmarcarlo y luce orgulloso todavía en la pared de mi pasillo junto a dos fotos de cuando empecé a andar. Aquel texto era un pequeño breve celebrando que, al fin, se había aprobado que Valencia tuviera un circuito en Cheste. ¡No tenía ni carnet y ya escribía de motor! Qué paradoja. Estaba en Superdeporte, que todavía sigue al pie del cañón y me alegro. Sigue sacando cada día una portada con todo el cariño y el esfuerzo del mundo, aunque creo que no queda allí casi nadie de los que coincidí. Muchos de ellos todavía son amigos de los de verdad, más allá del ruido de las redacciones o de la época de los pupitres universitarios: Damiá (mañana su cumple, felicidades), Víctor, Migue (Vara), Nacho, Diego, José... Luego el periodismo y el fútbol me traería otros muchos más.
Hace 28 años no conocía a mi mujer Raquel, y mi mentalidad (casi como la de ahora) estaba más cercana a la de un niño que a la del padre de Víctor que soy hoy. De la plantilla actual del Valencia CF apenas ni habían nacido un puñado de jugadores (Gabriel, Foulquier y Jaume). Su entrenador, Baraja, que es de mi edad, acababa de subir al primer equipo del Real Valladolid. Y, por supuesto, ninguno de los jóvenes de la Quinta del Pipo que este sábado nos emocionaron por su ímpetu y sus ganas doblegando al Athletic y derribando una nueva barrera, estaban ni en proyecto. Por no haber, no había ni euros.
En aquel Valencia CF de mis inicios profesionales, Roig se acababa de cargar a mi amigo Giner y a Sempere, Ochotorena (hoy Otxotorena), pero seguían Mendieta, Fernando,, Serer, que se marcharía a Villarreal con Robert, Pedja, o Bartual y aparecía en el horizonte Palop. Muchos de ellos hoy son casi como amigos, o al menos viejos conocidos con los que he compartido incluso trabajo y muchas horas de vida. El trago de Karlsruher quedaba lejos ya y el Valencia volvía a competir con los más grandes en España.
El estadio ya se caía a trozos, pero ni soñábamos con tener uno nuevo. Estaba pendiente la ampliación de Paco Roig y poco más. Hoy parece que ese sueño convertido en pesadilla podría volver a hacerse realidad con el Nou Mestalla, pero estando Peter Lim, siempre hay dudas.
Un inciso, he notado cierto escándalo esta semana porque el Valencia judicialmente defienda sus derechos asegurando que la ATE no está caducada. No quito un ápice de crítica a la negligente gestión del estadio pero ¿qué pasaría si el Valencia CF no defendiera su postura y los intereses de sus accionistas en el juzgado? Los criticaríamos también. En mi opinión, con lo del Nou Mestalla tienen que, además de empezar las obras en cuanto estén las licencias, pleitear y defender los derechos del club mientras no esté el nuevo convenio y las fichas aprobadas. Me parece lógico y creo que la evolución natural del asunto es que el pleto se retire finalmente porque se desbloquee al fin el Nou Mestalla. Ahora está en el Contencioso-Administrativo y eso va para años, así que tiempo hay para echarlo abajo.
Como ves, amigo lector, mi optimismo y mi ingenuidad pensando en que las cosas van a ir bien tampoco ha cambiado en estos 28 años. Ni tampoco han cambiado algunos conceptos de mi vida personal y profesional como que "El periodista no es noticia" o "Si el Valencia CF va bien, todo es más fácil".
En la actualidad, después de haber saboreado las mieles del éxito y haber cubierto finales europeas en París, Milán o Goteborg, es cierto que ahora me toca contarte la historia de un Valencia jibarizado por culpa de Peter Lim desde el teclado de ElDesmarque, delante de las cámaras de Mediaset y algunas noches en Línea de Fons. Ahora mi presente pasa por contarte la actualidad un club que se lo ha comprado un tío de Singapur, un país que tiene menos años de vida que Miguel Ángel, mi padre. Una persona, Peter Lim, que se ha convertido en máximo accionista del club que llevan en su corazón miles y miles de personas para especular y hacer negocio.
En ese sentido, creo que el paso de los años -lleva aquí una década- también nos ha enseñado a todos a ser resilientes contra él. Sabemos que tarde o temprano saldrá, no sabemos cuándo ni cómo echarlo, pero mientras llegue ese momento, la afición y los periodistas hemos aprendido a discernir que el Valencia CF societario es una cosa y que la pasión, el sentimiento de pertenencia y la felicidad de apoyar a tu equipo en las buenas, en las malas y en las peores sigue presente y son cosas diferenrtes.
Ver rugir a Mestalla cada semana con las gradas enfervorecidas y rejuvenecidas es un chute y la prueba evidente de que estamos asistiendo a un cambio sociológico en el valencianismo que se estudiará con el tiempo y que uno, con la madurez de sus 48 años disfruta mirándolo con la ternura de un padre que observa crecer a su hijo. El tiempo dirá si este cambio de ciclo además se completa de la mano de Baraja y esta prometedora generación de futbolistas con éxitos deportivos. Tiene pinta y lo deseo con fuerza porque si algo no ha cambiado 28 años después es la ilusión y las ganas de sentarme delante del teclado para contarte lo que pasa (con ecuanimidad siempre) y si, además, son gestas deportivas del Valencia CF o de los deportistas valencianos en general, pues mejor que mejor. Así que, sin miedo a asomarme a un precipicio por la euforia, te dejo el ultimo artículo que firmé antes de ponerme con este texto que ahora acabas de leer: ¿Qué debe hacer el séptimo clasificado para jugar en Europa? Feliz semana.
David Torres
Delegado de ElDesmarque en Valencia