La niña bonita. El número 15. En ese día estamos ya desde que empezamos la cuarentena por el maldito coronavirus. Domingo, que hubiera sido el día del Pregón de la Semana Santa, pero nos tenemos que conformar con ver y escuchar los de años atrás. Un recuerdo, sobre todo, para la familia de Rafael González Serna, cuyo pregón entró en la historia de los pregones.
Decía que un domingo diferente o más bien igual que el resto de días. En casa, teletrabajo aunque con los niños un poco más de libertad. De vez en cuando viene bien. La hora de la comida también da un poco igual. Pero sabe mucho mejor cuando escuchas en la televisión a gente importante que habla bien, que no engaña. Y aquellos, o aquellas, que aceptan todo tipo de preguntas de los periodistas. Venga de donde venga, se llame como se llame, critique o adule.
Un buen pico gana la gente. Un mal pico, te condena. Pues es lo que está pasando estos días en los que mucha gente está pendiente de los medios de comunicación y quiere escuchar cosas que no escucha. Y, sobre todo, se sube por las paredes cuando escucha mentiras e historias lejanas a la realidad. Pongan ustedes las siglas del partido porque ahora mismo hay que reconocer quién lo está haciendo bien y quién no.
Si miramos arriba, por la mitad de España, los que mandan, las que mandan, no dan pie con bola en sus hechos y en sus comparecencias. Más abajo, aquí cerquita, los que mandan están muy acertados. Ahí tienen los resultados en esta crisis del coronavirus. Un gran asesor, un gran mensaje y un gran director de comunicación permiten al orador ganar más puntos. Al revés, los pierde. Y al final, el que pierde, es el ciudadano.