*Jodidura: dícese del obstáculo, imprevisto, circunstancia o tesitura que, por ser de una dificultad especialmente elevada, parece diseñada para j**** la vida de quien la sufre.
Cuarta etapa del Marathon Des Sables: el gran reto que comenzó desde las 8 de la mañana hasta la noche. Si el otro día hablábamos de que subir el Jebel El Otfal era la primera gran exigencia (léase, 'jodidura'), ahora hablamos de los 90 kilómetros donde volvió a aparecer ese kilómetro de subida de cuerda, pero desde el otro lado. Aunque una vez que llego a la cima, me tiro por unas dunas. Como si estuvieras en un horno metido, al tener que subir ese ascenso entre rocas y donde no corre el aire. Podríamos denominar esta etapa como la del infierno, donde el calor abrasa y el reto principal pasa por tu cabeza.
Los 90 kilómetros ha sido la epopeya runner jamás contada tras 17 horas andando y corriendo (un poco). Las ampollas, las dudas, el perder el norte, el que la cabeza ya no funciona, el sentir que tengo que parar pero pierdo tiempo, la mochila, que tiene menos pero pesa más… un sinfín de sensaciones sobre el desierto del Sahara y donde el calor empieza a ser tu peor enemigo. Menos mal que apareció Jorge Luis, al que le conocí en el avión donde me dijo que se le daba bien la etapa de los 90 km. Allí le pedí pegarme a él en esa cuarta etapa. Dicho y hecho. Su rescate en el CP3 obró el milagro del tirar para adelante y avanzar juntos, codo con codo, paso a paso, desde el kilómetro treinta y pocos.
Apareció el problema del estómago. Desde el 36 hasta casi el kilometro 50 no me entraba nada de comida. Si no metía los carbohidratos pautados no sé si iba a tirar. A eso súmale que el calor es un infierno. Pero claro lo último que quieres es vomitar para no deshidratarte. Durante el viaje a veces hablas, otras veces en silencio… caminos de dunas interminables de 12 kilómetros donde no te adelanta nadie, la mochila cada vez pesa más. Un infierno. Pero yo me animo: “Va, va, va”.
Una aventura. Al final, decimos: ¿Corremos? Pero es que no tiene sentido en plena ola de calor en Marruecos y en el Sahara. Estamos en el kilómetro 40, en el 45… y pensamos: queda mucho. Cae la noche y dices, venga “se puede, se puede”. Al llegar a la meta es una mezcla de emoción y cansancio. Incluso mi compañera Paula hizo los 90 kilómetros con los pies ensangrentados lleno de llagas. Pero, ya está. Lo hemos hecho. Mi primer ultra.
ENHORABUENA CAMPEÓN !! Desde la Dehesa nos hemos acordado de ti cada día. Ya has hecho una cosa de gigante, disfruta de este momento. Un fuerte abrazo. Paco y Carlos