Apenas han pasado unas horas y creo que sobra explicar el bochorno al que fueron sometidos los aficionados del Sevilla en la pasada madrugada radiofónica. Baste decir que José Castro, en una misión suicida, entró en la COPE y en la Ser a pelearse con el presidente de la RFEF, Luis Rubiales, en una suerte de show de Supergarcía de los años 90. Hasta ahí podríamos hablar de un resbalón, de una mala gestión de una tertulia en la radio o de una demostración palpable de su incapacidad manifiesta para debatir, pero la cosa fue mucho más allá.
Aquí podría entrar a valorar los motivos de Rubiales para promover la candidatura de Tánger (agradar a la Federación de Marruecos tras el desplante de la votación para el Mundial de 2026, bailarle el agua al Barcelona...) pero como ninguno de ellos se puede probar de forma empírica, me voy a limitar a decir lo que creo que es de justicia y que pasa por las cabezas de miles de sevillistas: Si fuese verdad que Castro pidió a Rubiales que le obligase a jugar en Tánger, el máximo mandatario nervionense habría incurrido en la mayor deslealtad posible hacia su afición: Primero sublevar y luego mentir. Más allá de la torpeza que supone atacar públicamente al presidente de la RFEF sin los 'pelos de la burra en la mano', los movimientos de Castro no hay por donde cogerlos.
En primer lugar, porque deportivamente INTERESA jugar la Supercopa de España a un sólo partido. El Sevilla tiene seis encuentros de competición europea y, además, es más fácil ganarle al Barça sin tener que jugar una vuelta en el Camp Nou, y en segundo término, porque no ha sabido gestionar la situación. A partir de aquí serán los sevillistas, sobre todo los que tienen la mayoría accionarial, con Rafael Carrión a la cabeza, los que tendrán que decidir hasta qué punto ha sido dolosa para el club la gestión de Castro, porque los que no detentan el pode, los aficionados de base, o al menos la mayoría, hoy están levantados en armas.
Y en el plano deportivo, insisto, esto puede ser hasta bueno. Otra final del Sevilla y a un sólo partido, otra oportunidad de hacer historia. En Tánger sólo vale ganar.