El lienzo de Cordón

Este verano, de canícula hirviente e incertidumbre vírica, se acorta en lo futbolístico por mor del coronavirus. Menos tiempo para la ilusión que pueda generar el nuevo proyecto deportivo del Real Betis, desde hace algunas semanas en manos de Antonio Cordón. Tomando prestada la metáfora del director deportivo de la otra acera el pasado verano, su lienzo tiene puesto de momento poco verde sobre blanco y eso, como es lógico, tiene un poco inquieta a una afición acostumbrada a este periodo estival como el de la renacida ilusión.

En su descargo cabe decir que éste quedará como el verano de la tiesura en el fútbol, con un mercado más proclive al intercambio que al desembolso y a la cesión que al fichaje. Y, al menos de momento, le avala el crédito de las piezas futbolísticas pintadas en su trayectoria, algunas de ellas auténticas obras maestras que daba gusto ver.

La situación económica del Real Betis, menos boyante de lo que algunos quieren pensar, lo obligará a apretarse el cinturón con la paleta, que no siempre tiene que pintarse con óleo, leche. Se dijera que va a tener que acostumbrarse a la témpera, la acuarela e incluso el carboncillo, y afinar tanto con las perspectivas como con las formas en la búsqueda de esa imagen que quiere contemplar el beticismo.

Mientras mezcla colores y le coge el pulso al pincel, se supone que cuenta ya con la orientación principal del cuadro y unos cuantos trazos que no se sabe muy bien si son borrones o genialidades: el reputado Pellegrini al frente del banquillo y una buena parte del plantel que se supone tiene calidad de sobra.

Habrá que darle tiempo para que le vaya llegando la inspiración y ajuste su mirada pictórica, aunque mucho tampoco tiene. A su favor cuenta, por otra parte, con el bajo listón al que se enfrenta, preñado de croquis ininteligibles y alguna obra naíf con pretensiones de virtuosismo nunca visto. Y, cómo no, una audiencia entregada que a poco que se afane verá magia en su creación.

Algunas cuestiones que chirrían

En espera de que el pintor Cordón nos deleite con una plástica genial que embobe la exposición de las trece barras, chirrían algunas cuestiones cuando se piensa en el posible resultado de su encargo: 1. ¿Lo dejarán pintar a su libre albedrío o se limitará a rellenar de colores formas ya preconcebidas por otros? 2. ¿Qué hacían sus obras perdidas en el Museo del Arte Futbolístico de Ecuador? 3. ¿Tendrá el leit motiv principal del cuadro, Pellegrini, la fuerza que tuviera antaño en otras pinturas o será la sombra lánguida de los últimos cuadros protagonizados?

Me hago estas preguntas porque de arte, como de fútbol, cualquiera entiende, hasta un humilde periodista. Lo que sí diferencia el fútbol del arte es una cosa muy tangible y molesta: los resultados. Esos serán los que encumbren su obra y me den en la boca con el cuadro o bien justifiquen mis dudas. Deseando que le pongan el marco en junio próximo, tú.