Brasil acoge a partir de mañana los primeros Juegos Mundiales de los Pueblos Indígenas (JMPI), una competición que reúne a etnias de una veintena de países, pero de la que han desistido algunos pueblos originarios brasileños críticos con el Gobierno federal.Los Juegos, que inician el viernes en Palmas, capital del estado amazónico de Tocantins (norte), y concluyen el 1 de noviembre, recibirán indígenas de diferentes países de Latinoamérica, así como representantes de etnias de Rusia, Finlandia, Estados Unidos, Congo, Nueva Zelanda y Mongolia, entre otros.
En el marco del evento, que cuenta con el apoyo de la ONU, los participantes practicarán a lo largo de diez días deportes característicos de las comunidades indígenas, aunque también habrá espacio para modalidades occidentales, como el fútbol moderno, tanto femenino como masculino.
Los indios disputarán competiciones de arco y flecha, de tiro de lanza, carreras de velocidad y navegación en canoa rústica tradicional, además de una programación con diferentes eventos culturales que buscan rescatar la identidad y las tradiciones de los pueblos, como a ceremonia del fuego, prevista para hoy.
A pesar de la expectativa, los Juegos, que tendrán como lema "Lo importante no es competir y sí celebrar", no están exentos de polémica y al menos tres de la veintena de etnias brasileñas que habían confirmado presencia anunciaron su retirada.
Un grupo de indios guaraní-kaiowá, etnia que en los últimos meses han sufrido ataques en sus aldeas del estado de Mato Grosso do Sul (fronterizo con Paraguay y Bolivia), expresó su repudio y rechazó su participación en la competición, la cual consideró un "palco forjado y mentiroso".
Representantes de esta etnia, en conflicto por tierras con los hacendados, denunciaron "un verdadero genocidio, marcado por ataques paramilitares, asesinatos, golpes, violaciones y persecuciones" de sus líderes.
"El Gobierno brasileño bromea de todo eso buscando crear folclore para distorsionar la realidad y la real situación de los pueblos originarios", recalcaron los guarani-kaiowá a través de un comunicado divulgado por el católico Consejo Indigenista Misionero (Cimi).
El Cimi, no obstante, precisó que los guarani-kaiowá se encuentran divididos sobre el asunto y afirmó que está previsto que una delegación de este pueblo sí participará del evento, que será inaugurado oficialmente mañana.
Las etnias Krahô y Apinajé, originarias del estado de Tocantins, también anunciaron el boicot y se mostraron críticos con el Ejecutivo, al que acusan de "omisión".
De acuerdo con el Cimi, vinculado al episcopado de la Iglesia católica en Brasil, el alto coste del evento -valorado en unos 100 millones de reales (unos 25,6 millones de dólares)- no se justifica en la actual coyuntura, donde "muchos pueblos enfrentan situaciones de extrema vulnerabilidad".
Los Juegos Indígenas han contado hasta el momento con doce ediciones nacionales en diferentes ciudades de Brasil, pero esta es la prima vez en que el evento traspasa fronteras y acoge a los pueblos originarios de otros países del mundo.
Desde el martes los indios comenzaron a instalarse en la ciudad de Palmas, situada en la conocida como Amazonía Legal, y a partir de mañana, cuando está prevista la ceremonia de inauguración, comenzarán a competir enl as diferentes modalidades.