Varias víctimas de abusos sexuales cometidos por entrenadores deportivos han relatado en un foro organizado por la Universidad de Vic-Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC), bajo el lema "Rompamos el silencio en el deporte", lo que sucede en muchos vestuarios y han pedido romper el dogma de que "lo que pasa en el vestuario se queda en el vestuario".El foro se celebró el pasado miércoles en el Museo del Deporte Melcior Colet de Barcelona con la participación de representantes de federaciones deportivas, clubes e instituciones públicas y académicas, y fue, según sus organizadores, el primer foro europeo que da voz a las víctimas del abuso sexual en el deporte
El encuentro, en el que se protegió la identidad de las víctimas, se enmarca en el proyecto VOICE, cofinanciado por la Unión Europea y en el que participan ocho universidades.
"Hablar me ayuda a curar" o "el silencio es el peor enemigo" son algunas de las frases que se escucharon en el foro, que contó con la colaboración del Consejo Catalán del Deporte, la Fundación Vicky Bernadet y el Instituto Catalán de las Mujeres.
La profesora de la UVic-UCC Montserrat Martí, responsable del proyecto en España, ha señalado que la idea es que los relatos de las víctimas "ayuden a entender las situaciones en que se produce la violencia sexual para identificar comportamientos y desarrollar herramientas de prevención y actuación".
Las víctimas que explicaron sus experiencias eran deportistas que sufrieron abuso y que denunciaron su situación a preguntas de los embajadores del proyecto VOICE, la ex jugadora internacional de voleibol Marta Gens y el ex jugador de baloncesto Roger Grimau, que hicieron de entrevistadores en un formato que mantuvo el anonimato de los testigos y del deporte en el que se produjeron los abusos.
"Existía una doble vida. Una cosa era el entrenador en la pista, muy autoritario, muy duro, al límite; y otra el de fuera. La frase que repetía era siempre la misma: 'lo que pasa en el vestuario, se queda en el vestuario", expuso uno de los testigos.
Otra víctima relató como después del entrenamiento, el entrenador las hacía poner en fila y les daba indicaciones de lo que podían y lo que no podían hacer: "Con quién podías hablar, qué música podías escuchar, cómo había que vestir y cómo no. Nos decía que no podíamos explicar lo que pasaba allí dentro porque nadie lo entendería, y nos repetía que había que sufrir para conseguir lo que queríamos".
Respondiendo a las preguntas de los dos embajadores, algunas víctimas se quejaron de la falta de protección en el ámbito de su deporte, y sobre la posición de poder del entrenador sobre los deportistas.
"El club buscaba resultados, no miraba lo que pasaba en los entrenamientos", denunció una de las víctimas, mientras otra explicó que "de cara a los padres era el entrenador perfecto, pero de puertas adentro era diferente".
Otras víctimas reconocieron el sentimiento de culpabilidad y de vergüenza, que las llevaba a no denunciar los abusos: "Tenía más miedo de lo que diría la gente sobre lo que me ha pasado, que no de lo que me estaba haciendo".
"No te pasa por la cabeza hablar del tema con nadie, ni siquiera con los compañeros de equipo", "incluso te planteas que, a pesar de que no te gusta lo que te hace, tal vez es lo que realmente toca", fueron algunas de las frases que se escucharon.
Los testigos también coincidieron en definir el comportamiento de su abusador: "Escoge a los niños más desarrollados, guapos y altos, con personalidades fáciles de manipular pero que no se rompan a la primera, y se gana la confianza de las familias, del club, de la federación... para poder hacer lo que le dé la gana", coincidieron las víctimas.
Otras explicaron que también es habitual "crear una rivalidad insana en el equipo, para que los integrantes no se comuniquen".
Todos insistieron en la necesidad de que este tipo de delito no prescriba porque "a un niño de 12 a 20 años no le puedes pedir que denuncie los hechos. Hay un entorno idóneo, y lo haces cuando estás preparado porque tienes que revivir el mal, te sientes culpable de nuevo, tienes miedo de lo que dirá la gente de ti".
También coincidieron en la importancia de este tipo de foros "porque la revelación de los abusos es sanador, y ayuda en el proceso de recuperación personal" y porque "escuchar testigos puede ayudar a otras víctimas a dar el paso y decidirse a hablar".