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Cadiach y Latorre, ante el reto de entrar en el club de los catorce ochomiles

Con el inicio de la temporada premonzónica, la cordillera del Himalaya se convierte en un hervidero de alpinistas que buscan conquistar las cimas más altas del mundo, entre los que este año destacan los catalanes Óscar Cadiach y Ferran Latorre que intentarán entrar en el selecto club de los catorce ochomiles sin oxígeno artificial.A Latorre, de 46 años, solo le falta el Everest, hacia donde parte mañana, y a Cadiach, de 64, el Broad Peak (8.051 metros), un coloso que buscará conquistar en junio.
Ambos aspiran a convertirse en el primer catalán en conseguir una hazaña que, hasta la fecha, solo han logrado 15 alpinistas en todo el mundo. Una pugna respetuosa que viven con naturalidad y sin presión.
"Hay un respeto mutuo. El destino nos ha puesto en el mismo momento para conseguir el mismo objetivo. Yo lo quiero vivir de manera sana. Esto no es el fútbol y el planeta tierra seguirá girando", apunta Ferran Latorre en una entrevista concedida a Efe poco antes de emprender el viaje hacia Katmandú (Nepal).
Una opinión muy similar a la de Cadiach, quien apunta a Efe que su objetivo no es otro que poder "ser feliz" subiendo la cima: "Aspiro a hacer la montaña y ese es mi reto: afrontar la montaña. No se trata de una competición".
No es la primera vez que ambos alpinistas se enfrentan a esos colosos. En 2012, Latorre se quedó a unos 500 metros de la cima del Everest, que atacó desde el campo base avanzado de la cara norte. En el Campo 3 (8.300 metros) decidió renunciar a su sueño para asistir a un sherpa de otra expedición con problemas de salud.
En esta ocasión, Latorre ha elegido la ruta clásica de la vertiente nepalí y seguirá los pasos de Tenzing Norgay y Sir Edmund Hillary, los primeros escaladores que pusieron los pies en la cumbre del Everest, el 29 de mayo de 1953.
La misma ruta que trazaron Reinhold Messner y Peter Habeler para completar la primera ascensión sin oxígeno artificial al techo del mundo, en 1978.
"He entrenado un poco menos de lo que he querido porque llevar a cabo este proyecto adelante nos ha costado esfuerzo con los patrocinios, pero sí que he conseguido entrenar algo más en comparación con otras ocasiones, he cuidado más la alimentación. Yo creo que llego en mejor forma que otras veces y espero que eso sea una de las claves que me permita subir", analiza Latorre, que cuenta con el apoyo de CaixaBank para conquistar la última etapa de su viaje.
Cadiach también tuvo que aparcar el Broad Peak en hasta tres ocasiones, la última de ellas el pasado 2016, cuando el mal tiempo le obligó a cancelar el intento de coronar el último 8.000 que le queda.
El intento frustrado más doloroso fue, sin embargo, en 2014 cuando se quedó a pocos metros de los 8.051 de la duodécima cima más alta del mundo, ya que uno de los miembros de la expedición padecía congelaciones.
"Lo primero son las personas", recuerda Cadiach, Creu de Sant Jordi por la Generalitat de Cataluña en 2016, cuyo reto es posible gracias al apoyo de la ciudad de Tarragona, la Val d'Aran, la Vall de Boí y una campaña de microfinanciación colectiva ('crowdfunding').
Con esta última acción, Cadiach se compromete a ayudar a la gente que le apoye "acompañándoles a cumplir sus sueños" realizando ascensiones de montañas míticas como el Cervino o el Aconcagua.
Entre el material que prepara para la expedición al Broad Peak, el alpinista catalán llevará una camiseta firmada por el capitán del Barcelona, Andrés Iniesta, que el club azulgrana le entregó tras una charla a jugadores de las categorías inferiores.
"Les hablé sobre los fracasos. Se aprende mucho de ellos. Tuve un regalo generoso de un símbolo del Barcelona y de la selección española. Si puedo, la llevaré", explica.
El primer 8.000 que Cadiach conquistó fue el Nanga Parbat (8.125 metros. Era 1984 y Ferran Latorre era un adolescente que a los 13 años se había aficionado al montañismo ascendiendo la Punta Alta, una cima del Pirineo de algo más de 3.000 metros que volverá a subir si consigue poner los pies en el techo del mundo.
Promete hacerlo junto a los compañeros de clase y el profesor, que le acompañaron en esa expedición. Después se tomará un respiro en el Mediterráneo, quizás en Cadaqués (Gerona), para desconectar y pensar en nuevos retos todavía sin definir. Cadiach, por su parte, se muestra convencido de que saldrán otros proyectos relacionados con su pasión, la montaña. "Seguiremos", concluye.

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