La atleta mexicana Brenda Flores, campeona panamericana de los 10.000 metros, cree que los milagros son posibles si uno los invoca y por eso emigró hoy a Estados Unidos con el sueño de convertirse en una de las mejores corredoras del mundo.Gustavo Borges
"No tengo la certeza de si me va a salir bien y si no lo intento jamás lo sabré. Es probable que me caiga y deba levantarme, pero si doy el 100 por ciento de mi, algún fruto dulce cosecharé", aseguró en entrevista a Efe la deportista de 26 años.
Se trata de una de las atletas latinoamericanas de más crecimiento en el pasado ciclo olímpico, que en el 2012 era una desconocida y tres años más tarde logró el oro en los Panamericanos, aunque este año vivió la temporada más dura de su carrera.
El pasado 23 de agosto, en la noche de Taiwán, Brenda tomó la salida de la final de 10.000 de la Universiada Mundial, su principal competencia del año. En la primera de las 25 vueltas sintió una corriente dolorosa en el pie derecho y a la mitad de la prueba debió abandonar, vencida por una fractura del segundo metatarsiano.
"Fueron de esos días de la vida en los que una se pregunta por qué a mi. Estaba en condiciones de pelear las medallas; dos semanas antes, en un entrenamiento de seis repeticiones de 2.000 metros el pie se rindió y aunque me diagnosticaron esguince, se trató de una fractura", recuerda.
Brenda entendió que la soledad del corredor de fondo a veces está fuera de la competencia, sin embargo después de secar sus lágrimas decidió en ningún caso asumir papel de víctima y sí usar el golpe como pretexto para quemar sus naves.
"Hace rato quería emigrar y entrenarme en un país que tuviera corredoras de alto nivel. Tuve una oferta en Australia, pero está lejos, y después de varios intentos con equipos estadounidenses, fui aceptada en el de Ryan Ponsonby, el entrenador que llevó a la plata olímpica en 1.500 metros a Leo Manzano", revela.
Brenda llegará hoy a la Universidad de Austin, Texas, donde se quedará sola con su sueño de superarse a sí misma en un sitio de cultura diferente, métodos distintos de trabajo y un idioma extraño.
"Me inspiran ejemplos de corredores de allá que a base de disciplina ganaron medallas olímpicas como Manzano y Galen Rupp, el ganador del maratón de Chicago hace una semana. Es una oportunidad de reencontrarme a mí misma y no la dejaré ir", afirma.
Graduada de sicología, Flores sabe que en los meses por venir será más importante la fuerza de su mente que la de sus piernas y confía en reflejar en su diario de entrenamientos sesiones de trabajo al borde del desmayo, capaces de dejarla sin posibilidad de echar de menos los afectos de su México.
"Sigo siendo mexicana y competiré por mi país. Mi primera meta será defender los títulos de 5.000 y 10.000 metros en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla el próximo verano; antes debo ganarme el lugar en el equipo nacional", afirma.
Cree que la humildad será la llave para entrar al reino de los milagros y ahora que vuelve a estar sana confía en mejorar pronto su registro de 31:45.16 minutos logrado en el 2015, y sobre todo su 1:13:54 en Medio Maratón.
"Debo bajar ese tiempo en más de dos minutos. Luego de eso pensaré en saltar al maratón, sin embargo por ahora me concentraré en las pruebas de pista", asegura.
Aunque tiene su vida resuelta en México, con reconocimiento y estabilidad, Brenda Flores ha decidido saltar al vacío confiada en que aparezca una red. La Secretaría de Marina, en la que es teniente de corbeta, le pagará los vuelos de aviones y ella asumirá casi todos los demás gastos, sin embargo no experimenta estrés por eso.
"Siento mariposas en mi estómago, pero es mi ahora o nunca", dijo hoy antes de subir a su avión.