David Ramiro
Madrid, 9 jul .- Edurne Pasaban, la primera alpinista de la historia que ascendió los catorce ochomiles, disfruta ahora de la maternidad sin dejar de pensar en las cumbres más altas: prepara una expedición para dentro de unos meses al Himalaya y quiere "llevar una vida de madre y mujer paralela a la pasión por la montaña".
Acreditada por su gesta como una de las grandes deportistas de la historia, Pasaban afronta "una etapa nueva" en la que inevitablemente manejará el riesgo "de manera diferente".
"Hace catorce meses fui madre y estoy viviendo ese papel, que es muy bonito. Profesionalmente me dedico a dar conferencias de motivación en empresas y máster en universidades y el mundo de la montaña quizá lo he tenido un poco más apartado. Ahora intento organizar una expedición para octubre de este año a una montaña de siete mil metros, al Himalaya, en Nepal", dijo a Efe sobre su vida presente.
La alpinista española nacida en Tolosa en 1973 admitió que tras ser madre "las prioridades cambian", pero que echa de menos "ir de expedición".
"La vida tiene etapas diferentes y estoy buscando el hueco. No quiero proyectos tan grandes como el de los catorce ochomiles, pero se pueden hacer cosas cuando eres madre", dijo.
Pasaban completó en mayo de 2010 en el Shisha Pangma su ascenso a las catorce cumbres de más de 8.000 metros que hay en el planeta, nueve años después de pisar el techo de la primera, el Everest.
"Me doy cuenta de que si hubiera sido madre antes, no habría terminado los catorce ochomiles. Las prioridades cambian y ahora por ejemplo tengo miedo a un montón de cosas. Voy en avión, hay una turbulencia y pienso en mi hijo. Echo de menos el Himalaya pero no me cuesta. El niño crecerá y se harán otras cosas. Se puede hacer un parón y volver", afirmó.
Pasaban dijo que para ser alpinista profesional hay que tener una cierta edad.
"Empiezas a serlo cuando llevas una trayectoria de años. Con dieciocho o veinte no eres alpinista porque para eso necesitas mucha experiencia y hay que ir paso a paso. Pirineos, Alpes, Andes y luego Himalaya. También se precisa un aporte económico bastante grande y cuesta encontrar patrocinios. Ser profesional o capaz de ir a grandes expediciones llega cuando eres mayor", afirmó.
"En una mujer también hay muchas limitaciones, no solo físicas. Nuestra sociedad, a partir de unas edades, parece que nos pide que tengamos que ser mujeres, casarnos y tener hijos. Estas cosas culturales hace que no haya tantas referencias. El alpinismo es minoritario y es difícil ir a una expedición", dijo.
Pasaban prepara su próxima expedición hablando con su pareja en busca de "un equilibrio" de responsabilidades.
"Toda la gente que ha salido conmigo a ochomiles eran hombres y muchos tenían hijos. Nadie les preguntaba por esto y nadie les decía si les parecía duro dejar a sus hijos en casa. Una alpinista amiga mía, que escalaba en los setenta junto a su marido, dejaba a sus dos hijas en casa, que eran niñas de seis y ocho años. Para su entorno era ella una mala madre, su marido estaba allí y nadie le decía que fuera un mal padre", reveló.
"La igualdad tiene que venir", agregó, "desde el entendimiento de que a mí me va a costar mucho irme de expedición, pero mi chico se va un mes a África a trabajar también. Encontrar una pareja que lo entienda es el primer paso. Será difícil dejar un mes al niño y seguramente gestionaré el riesgo de manera diferente. Antes buscaría la cumbre sí o sí y ahora voy a priorizar otras cosas".
Está convencida de que en las grandes expediciones el componente psicológico es el más importante.
"La cabeza es para mí primordial, aunque físicamente tienes que estar preparado. El 75% te diría que es la cabeza y el 25% el físico. La cabeza juega un papel muy importante, porque sin ella puedes estas muy preparado pero no tendrás éxito", afirmó.
Aficionada "desde hace mucho" al ciclismo, acaba de participar en la Pilgrim Race, una prueba de bicicleta de montaña por las sendas del Camino de Santiago.
"La bicicleta siempre ha sido para mí buena para entrenar. De carretera antes hacía mucho y ahora un poco más de montaña. Correr me costaba, me lesionaba más. Hice esa carrera porque me gusta el ambiente que se forma, conozco a gente muy diferente respecto al mundo de la montaña y me doy cuenta que los valores del ciclismo son los mismos. La gente ama lo que hace y disfruta haciéndolo".
En esa prueba participaron casi sesenta mujeres y un equipo femenino con patrocinador propio.
"El deporte tiene que ser igualitario. Este tipo de cosas son las que empezarán a cambiar el deporte femenino, el que sea tan interesante ver a una mujer como a un hombre. Hay que dar ese paso, pero la sociedad yo creo que no está preparada porque la gente no demanda tanto un partido de fútbol de hombres como de mujeres", indicó.
"Tenemos que dar un paso hacia la igualdad desde ese punto, de que se hable de los dos por igual. Sé que uno vende más que otro, pero ¿por qué? Porque se habla más de uno que de otro. El deporte es una herramienta que puede ser el primer ejemplo para la igualdad", argumentó.
La alpinista dijo que ahora su principal sueño es inculcar a su hijo los valores que a ella le inculcaron.
"Eso girará alrededor del deporte. Luego", dijo, "igual no sale deportista, pero quiero enseñarle eso".
(recursos de archivo en www.lafototeca.com códigos 10264927, 4708407 y otros)