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El reto de correr un maratón sin ver y que la ceguera y la vida no truncaron

Valencia, 30 nov (EFE).- Juan Antonio Menor tiene 48 años y es ciego desde hace siete. En 1989 le diagnosticaron una enfermedad degenerativa en la vista que le hizo ir perdiendo la visión poco a poco, pero que no le va a impedir este domingo volver a correr el maratón de Valencia con la ayuda de un guía.,Este valenciano no ha perdido la fuerza y la ilusión y confiesa en una entrevista con Efe que está "muy motivado" y "listo" para lograr una marca de entre 3,40 y 3,50 horas el próximo domingo en

Valencia, 30 nov .- Juan Antonio Menor tiene 48 años y es ciego desde hace siete. En 1989 le diagnosticaron una enfermedad degenerativa en la vista que le hizo ir perdiendo la visión poco a poco, pero que no le va a impedir este domingo volver a correr el maratón de Valencia con la ayuda de un guía.

Este valenciano no ha perdido la fuerza y la ilusión y confiesa en una entrevista con Efe que está "muy motivado" y "listo" para lograr una marca de entre 3,40 y 3,50 horas el próximo domingo en Valencia.

Menor explica que, aunque no pueda ver lo que hay a su alrededor, sí puede sentir y escuchar cómo le animan, además de que el guía le va informando "de todo", de la gente que hay en las calles, de "cómo nos aplaude" o si llega una curva.

Este atleta valenciano, antes de perder completamente la visión ya participó en los Juegos Paralímpicos de Atlanta y también participó en mundiales paralímpicos en Rímini y Tokio, si bien esta última prueba no pudo acabarla porque la vida le reservaba otra piedra en el camino.

Juan Antonio Menor cuenta que dos semanas antes de esa carrera falleció su hijo a los seis días de nacer y que se desplazó hasta Japón "obligado" por su mujer con el argumento de que la vida sigue su curso a pesar de las desgracias.

Sin embargo, una vez en la capital nipona no se sintió con ánimo para seguir corriendo, abandonó la carrera y el atletismo y estuvo siete años sin entrenar ni correr. "Es la única carrera que no he acabado en mi vida", cuenta Menor, quien asegura que es una espina que llevaba clavada y que ahora también podrá superar.

"He tenido la suerte de alguien me puede facilitar el cumplimiento de ese sueño", dijo, porque un empresario valenciano escuchó su lamento, conoció su historia y ha decidido costearle el viaje a él y a su guía para que pueda acabar esa carrera. "Gracias a ello vuelvo a creer en la gente", asegura.

Gente como su guía, Fernando Espín, al que conoció hace algo más de un año y que ha sido quién ha conseguido que vuelva a entrenar y a correr.

Espín explica que durante la carrera no puede tener ningún despiste y no puede olvidarse de decirle a Juan "si hay un bache, si hay una curva, un bordillo o cualquier tipo de incidencia".

"Yo soy sus ojos, le voy describiendo por dónde vamos, qué gente hay o si le levantan el pulgar", indica Fernando Espín, quien añade que a la hora de correr el hecho de ir con los brazos juntos incide en que "el braceo no sea igual o que no llevemos un paso perfecto".

En cualquier caso, Juan Antonio Menor lo tiene claro y anima a todo el mundo que tenga una discapacidad a que practique deporte. "Yo les diría que se quitasen el miedo y la vergüenza y que salgan a correr" con la misma ilusión y afán de superación con los que él correrá el domingo por las calles de Valencia.

rsm-ais ag/nam

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