La carrera de 200 metros lisos del Mundial de Atletismo siempre se una de las que más emoción genera. Y en este caso, con razón. Shericka Jackson ha logrado el oro y se ha quedado cerca de lograr el récord Mundial. Noah Lyles, por su parte, ha conseguido imponerse al sucesor de Usan Bolt.
Mérito tres veces. No sólo la gran hazaña en sí. Lyles, un campeón enorme, ridiculiza no sólo a Knighton, sino a una prensa ávida y caprichosa, obligada ahora a balbucear y admitir el desenlace de unos acontecimientos que se le atragantan tirando por tierra unas predicciones apresuradas, e igualmente a restregarse en el lodo al no poder imponernos un juguete nuevo monísimo, en realidad un ídolo de barro, mediocre y sosísimo.