Otro beso en el deporte, pero muy distinto al de Rubiales: Černý y Burzalova, puro amor en la meta tras el sí quiero
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Dominik Černý y Hana Burzalova se convirteron en uno de los grandes protagonistas de este Mundial de Atletismo que se celebra en Budapest. El corredor eslovaco terminó la final de los 35 kilómetros marcha en 2:32:56 (19ª posición). Se quedó en la meta a esperar a su compatriota, que terminó la carrera en 3:04:47 (28ª). Antes de que cruzara la meta, Dominik le esperó con la rodilla puesta en el suelo. La mujer, que no se lo podía creer, paró el reloj y le dijo el sí quiero en la meta. Le puso el anillo y todo se cerró con un beso delante de todo el mundo.
No se habían proclamado campeones del mundo, como lo hiciera la selección femenina el pasado domingo, pero ese beso tiene un significado completamente distinto (mayor, si se permite) al que le propinó Rubiales a Jenni Hermoso. Ambos han acaparado titulares, pero de dos maneras diferentes.
Del beso de Černý y Burzalova al beso de Rubiales y Jenni Hermoso
Es incontestable que ha sido la semana de los besos. No vamos a descubrir cuál es el significado. Nadie sabría qué dar por un beso, cómo diría Bécquer. Eso sí, siempre por la persona adecuada. Y al final, esto es lo más importante: dar un beso delante de las cámaras es posible, pero no con quién te de la gana. Lo de Rubiales no es la primera vez. Ya ocurrió con Chris Isaak, por ejemplo. Quedó retratado por intentar plantarle un beso a Cameron Díaz presentando un premio. El mundo se le echó encima y dejó un momento para la vergüenza.
Después de algo así todo se queda en algo triste... ¡por un beso! Es muy triste ver como una celebración de un logro tan difícil como ganar una Copa Mundial quede eclipsada por un beso fuera de lugar. Sin embargo, qué feliz nos hace ver una celebración, a lo mejor no por la carrera, pero sí por la decisión de pasar la vida juntos, que termina con un romántico beso entre dos personas que se quieren.
Unos se acabarán de luna de miel. Otros han acabado en una Asamblea General de urgencia en la que todo apunta que habrá una dimisión. Todo por un beso. Lamentablemente, como decía José Saramago, “esa es la verdad de la saliva”.