Lucía Santiago,Madrid, 7 ene (EFE).- Hasta el 26 de enero, cuando la final del Europeo de balonmano encumbre en Estocolmo al campeón, los Hispanos jugarán todas sus cartas. Si aspiran a volver a ceñirse la corona continental no es tanto por romper la maldición que acompaña al defensor del título desde 2002, sino para acallar sus propios desvelos. El oro devolvería a la selección española al panorama olímpico tras su dolorosa ausencia en Río de Janeiro, en 2016.,"Conseguir el pase directo a los J
Lucía Santiago
Madrid, 7 ene .- Hasta el 26 de enero, cuando la final del Europeo de balonmano encumbre en Estocolmo al campeón, los Hispanos jugarán todas sus cartas. Si aspiran a volver a ceñirse la corona continental no es tanto por romper la maldición que acompaña al defensor del título desde 2002, sino para acallar sus propios desvelos. El oro devolvería a la selección española al panorama olímpico tras su dolorosa ausencia en Río de Janeiro, en 2016.
"Conseguir el pase directo a los Juegos nos permitiría disputar la competición más importante. A mí, personalmente, me haría mucha ilusión jugar unos Juegos Olímpicos", musita Aleix Gómez, uno de los jóvenes valores del balonmano español.
A sus 22 años, el extremo de Sabadell comanda una nueva hornada, aunque no es ajeno a la decepción que hace cuatro años tumbó al grupo.
"Fue el golpe más duro para muchos de nosotros, deportivamente hablando", expone Gonzalo Pérez de Vargas.
"Después de haber fallado en aquel preolímpico de Suecia, todos queremos estar en los Juegos Olímpicos. Es el objetivo por antonomasia para un deportista. Tenemos Tokio en la cabeza grabado y la primera opción de clasificación es este Europeo", apunta el guardameta toledano en declaraciones a EFE.
Bajo palos, mirando al frente, el '1' contempla un equipo "muy competitivo".
"Cuando nos ponemos a defender y a contraatacar somos un equipo incómodo, que ha demostrado que es capaz de ganar un torneo como este. Venimos de una preparación muy corta, porque así se ha dado este año el calendario, con unos Juegos Olímpicos de fondo, pero tenemos la primera oportunidad de clasificarnos para Tokio en este Europeo y vamos con esta intención. Nos esperan 20 días fuera de casa y, ya que vamos, vamos a intentar conseguir lo máximo", subraya.
Subir al primer cajón del podio implicará, según Pérez de Vargas, "ser muy regulares" desde la primera fase, en la que España chocará con Letonia, Alemania y Países Bajos.
"Por eso vamos con pies de plomo. Cualquier piedra en el camino nos puede poner difícil la lucha por las medallas", apostilla el guardameta del Barcelona, a punto de alcanzar "la treintena" y, "en teoría", de acariciar la "madurez".
Con ese poso viaja a 2018, al anterior Europeo y a la imagen victoriosa de los Hispanos.
"De ese torneo tengo un recuerdo muy bueno, pero me lesioné antes de la semifinal. Me apetecía disfrutar en la pista lo que creo que me había ganado (...) Sigo teniendo una espinita clavada por no haber podido rematar la faena en la pista, pero el triunfo me lo tomo como mío porque en la fase previa tuve un papel importante. Ojalá podamos repetirlo, estando yo en la pista. Un Europeo es, quizás, el torneo más difícil que un jugador puede ganar con la selección", recalca.
El hilo conductor de los éxitos que se suceden desde 2011 podría ser Julen Aginagalde, pero el gigantón de Irún, de 37 años, ni siquiera quiere pararse a hablar del título más reciente, logrado hace dos años.
"Bastante importancia tiene este Europeo. El oro tiene más valor todavía, es la última plaza olímpica directa que se juega, y es el objetivo que tendrán todos los equipos. Vamos con la máxima ilusión y esperamos empezar bien. Aunque tengamos aspiraciones u objetivos grandes, la meta es partido a partido", dicta.
"El inicio de un torneo siempre es complicado", continúa. "Tenemos a Letonia, Alemania y Países Bajos y habrá que estar a tope desde el principio para sumar unos puntos que serán básicos en la segunda fase. Esta vez el abanico es más amplio que nunca. Dinamarca, Francia y los tres anfitriones, Noruega, Suecia y Austria, son candidatos. Croacia siempre está ahí", señala Aginagalde. "Y nosotros mismos, claro".
Esas últimas palabras capitalizan la esperanza.