La selección española de balonmano tratará de dar un nuevo paso adelante y tras colgarse la medalla de bronce en el Mundial de Egipto 2021 y los Juegos de Tokio y la de plata en el Europeo disputado el pasado año intentará subir a lo más alto del podio en el Campeonato del Mundo que arrancará este miércoles en Polonia y Suecia.
Un oro que otorgaría a los 'Hispanos' el billete para los Juegos Olímpicos de París en los que sólo tendrá asegurada su presencia el equipo que se corone campeón el próximo 29 de enero en Estocolmo.
Para ello, el conjunto español confía en el regreso de los hermanos Alex y Daniel Dujshebaev que se perdieron por lesión el último Europeo, en el que los de Jordi Ribera se quedaron a las puertas de encadenar su tercer título continental consecutivo tras caer por 27-26 ante Suecia en la final con un gol de penalti con el reloj ya a cero.
Una medalla de plata que sirvió para disipar los temores surgidos con el relevo generacional emprendido por el equipo español tras la retirada de la selección a la conclusión de la cita olímpica de piezas clave como el central Raúl Entrerríos, el pivote Julen Aginagalde o el defensor Viran Morros.
Ausencias que propiciaron la irrupción de jóvenes jugadores como los centrales Agustín Casado e Ian Tarrafeta, que demostraron que España cuenta con los mimbres necesarios para seguir peleando en los próximos años por los metales en cada competición.
Una renovación que continúa este año con la llegada al equipo de jugadores como el lateral Imanol Garciandia, el pivote Abel Serdio o el extremo Dani Fernández, de tan sólo 21 años, que disputarán en Polonia y Suecia su primer gran torneo internacional.
Pero por encima de nombres propios, la fortaleza de la selección española reside en el trabajo colectivo de un grupo, que año a año no deja de aumentar su variedad de recursos tácticos.
Si en defensa los Hispanos se manejan a la perfección tanto en el 6-0 como en el 5-1, donde Alex Dujshebaev y Kauldi Odriozola se alternan en la posición de avanzado, en ataque las distintas combinaciones que puede realizar Jordi Ribera convierten a España en un equipo camaleónico.
La polivalencia de los jugadores de primera línea, que pueden ocupar varias posiciones, y las distintas características de cada uno de ellos, permiten al equipo español variar su patrón de juego en función de los hombres que el seleccionador sitúe en cada momento sobre la pista.
Todo ello bajo la batuta de Alex Dujshebaev, un jugador total, que desde su nueva posición de central no sólo es capaz de dirigir, asistir o anotar, sino que además posee la capacidad de resolución que le convierte en la principal referencia del equipo español en los momentos decisivos de los partidos.
Argumentos con los que España no debería tener problemas para superar como líder de grupo una primera fase en la que los Hispanos se medirán con tres selecciones: Montenegro, un equipo que no ha dejado de crecer en los últimos años, Chile e Irán.
Mucho más ardua se perfila la segunda ronda en la que los de Jordi Ribera se enfrentarán con toda probabilidad con potencias de la talla de Francia, la vigente campeona olímpica, Polonia, que tratará de hacer su condición de anfitrión, y de Eslovenia.
Tres durísimos encuentros en los que el conjunto español deberá mostrar su mejor versión si quiere obtener uno de los dos billetes en juego para los cuartos de final, el objetivo mínimo de la selección, que le garantizarían su presencia en los torneos preolímpicos.
Primera meta de un equipo español, que pese a seguir siendo fiel a su filosofía del partido a partido, no oculta su ambición y sueña con conquistar su tercera estrella mundial, tras los títulos conseguidos en los años 2005 y 2013.