En el Campo Municipal de Llanes, donde fraguó su carrera como aficionada la golfista Celia Barquín, aún no son capaces de asimilar el asesinato de la cántabra, una deportista "con un presente y un futuro prometedores", que empezó a golpear bolas en tierras asturianas con tan sólo tres años y cuya muerte tiene "consternados" a todos los trabajadores del campo de golf.
El gerente de las instalaciones, Luis Arturo Ruiz-Capillas, no puede dejar de prensar en la familia de la joven, y señala que está siendo una jornada "muy dura" para los que componen la familia del CM de Llanes porque fue en ese lugar donde muchos de ellos han compartido incontables momentos con Celia y con sus padres.
"Pasaba muchos días cuando era cría, la hemos visto crecer y está siendo una mañana complicada porque todavía no lo creemos. Desde los tres años la hemos visto entrenar y dar clases aquí, hemos visto su evolución y convivido con ella y su familia, y todos los trabajadores estamos afectados", explicó Ruiz-Capillas.
El responsable de las instalaciones, que acompañó a Barquín en algunas de sus competiciones cuando apenas tenía 13 años, recuerda a la cántabra como una deportista "de gran personalidad y con una capacidad para competir brutal", constancia que no evitaba que la joven fuera "encantadora y sonriente" con todo el mundo.
"Ya de pequeña se veía que tenía algo diferente, y luego continuó con sus éxitos. Entrenaba mucho, y en el golf ser una jugadora constante y regular como lo era Celia es muy difícil. Se pierde una niña de 22 años por encima de todo, sólo pensamos en el dolor de su familia, pero Celia era también una deportista con un presente prometedor", concluye un emocionado Luis Arturo.
La localización del cuerpo sin vida de Barquín en el campo de golf de Iowa (Estados Unidos), donde estudiaba y competía ahora la joven, tiene conmocionado al deporte asturiano y al mundo del golf, que llora la pérdida de la actual campeona de Europa, un título que había logrado hace poco más de un mes.