Juan Luis Guillén
Augusta (Georgia, EEUU), 9 abr .- El golfista vizcaíno Jon Rahm llega a su tercer Masters, el primer grande del año que se disputa esta semana en el histórico recorrido de Augusta National, Georgia, con la mentalidad y la preparación precisas para conquistar la sexta chaqueta verde para un español.
"Es un torneo importante que me gusta mucho, en un campo que me viene bien y que ayuda mucho al que le pegue largo desde el tee", dijo a Efe Rahm, cuarto en su segunda participación en 2018, cuando llegó a acariciar la victoria en la última jornada.
La potencia del golfista de Barrika le da ventaja en las condiciones mullidas que se esperan, después de las lluvias preliminares, a partir del jueves.
La combinación de calles mullidas y lentas, rachas de viento y lluvia y greenes blandos pero vertiginosos serán la tónica de esta 83ª edición del Masters.
"Ayuda tener cierta creatividad alrededor de los greenes. Son el tipo de greenes en los que me gusta puttear, con muchas caídas", explicó a Efe Rahm, que lleva acumulados tres eagles en sus dos participaciones anteriores, aunque también unas cuantas bolas al agua.
"Es un campo en el que el toque y el feeling son mucho más importantes que ser científico y mental. Hay que ser mentalmente fuerte y saber donde fallar y donde no fallar", señaló a Efe el joven golfista de 24 años, que llega a Augusta en el octavo puesto del ránking mundial.
"Lo que mucha gente no sabrá del año pasado es que pegué cuatro bolas al agua, y el año anterior también bastantes. No faltan bolas mías en los lagos de Augusta", dijo Jon Rahm, que agregó uno de sus secretos para esta semana: "Mantener la bola en tierra firme en los segundos nueve hoyos puede ser la clave para mí".
Rahm forma parte del cuarteto de españoles en Augusta, junto con el guipuzcoano, José María Olázabal, ganador de la chaqueta verde en 1994 y 1999, el grancanario Rafa Cabrera Bello y el castellonense Sergio García, vencedor del Masters de 2017, la quinta victoria de un español sumando los dos del difunto Severiano Ballesteros en 1980 y 1984.
"Creo que el carácter español ha funcionado tan bien aquí porque las emociones y no darte por vencido ayudan. Es un campo en el que se puede fallar, no pegarle perfecto y ganar. Ayudan la creatividad y la imaginación de ver ciertos golpes para dejar la bola cerca", comentó a Efe Jon Rahm.