Francisco Ávila.Kazán (Rusia), 1 ago .- Tocó el cielo en 2009 cuando España conquistó su primera y única medalla de oro en natación sincronizada y cayó a los infiernos en 2012, cuando Anna Tarrés fue despedida por la Federación Española y ahora asesora al equipo francés y analiza el paso atrás que ha dado la sincro española advirtiendo que "solo se puede mejorar desde la autocrítica".
En una entrevista con EFE, Tarrés insiste en que "la llave del éxito es el trabajo bien hecho" y no compra el argumento de que los motivos por los cuales el equipo español y el dúo se hayan instalado en el quinto puesto mundial tenga que ver con la regeneración del equipo.
Y es que después de 15 años al frente del equipo español, 4 medallas olímpicas y 52 en mundiales, tiene otra perspectiva de este mundo. Ella, que publicó un libro sobre su experiencia en el equipo: "Cuando ser la mejor no es suficiente" y ganó un juicio a la Federación por despido nulo -383.000 euros que aún no ha cobrado-, advierte que se está viviendo un nuevo orden internacional en la natación sincronizada mundial.
El cambio de reglamento que se ha producido desde 2014 premia la precisión, una manera de entender por qué Japón, con el regreso de la entrenadora Masayo Imura, ha apostado por este camino.
Cuenta que durante un tiempo, España tuvo un estilo propio, a caballo entre las tres escuelas clásicas de sincro. La oriental, cuyo paradigma es Japón, la europea -representada en Rusia y con la aparición en escena de Gana Maksimova que introduce la danza en la sincro- y la norteamericana, que perdió su influencia a partir de 1998 con la irrupción de Rusia.
Tarrés tiene claro por qué ha bajado el nivel de España últimamente. "No tiene el mismo nivel de ejecución y de perfección en las coreografías. Se nos vendió -por parte del presidente de la RFEN Fernando Carpena- que podíamos conseguir los mismos resultados o mejores con otro estilo, pero aquí vemos el resultado", ha dicho.
Tarrés desconoce si ha bajado el nivel de exigencia. "No he presenciado ningún entrenamiento, pero lo que sí se ve es que las chicas no van tan altas ni están tan fuertes ni van tan sincronizadas (como antes)", ha comentado.
"¿Si se debe a un cambio generacional? Puedes buscar explicaciones a estos hechos, pero las rusas también tuvieron un cambio generacional y allí están. Las chinas con Masayo Imura en el Mundial de 2007 fueron quintas, en la final fueron cuartas y en los Juegos de 2008 fueron medalla olímpica. Repiten y mejoran su medallero en 2012 y en 2015 siguen arriba", explica.
La exseleccionadora tiene otro análisis. "Solo mejoras cuando quieres aprender, cuando haces autocrítica. Todos los equipos han afrontado cambios generacionales y cuando se producen, entonces tienes que pensar en la estrategias para que los mismos no tengan consecuencias directas con el rendimiento del equipo", ha dicho.
Con un brillo en sus ojos, recuerda Tarrés sus mejores momentos. "Ocurrió en 2009, España era el equipo estrella. Después de la medalla olímpica, la motivación sube arriba del todo. Fue el mejor año de mi vida como entrenadora en el equipo, yo solo tenía que acompañar a las chicas a conseguir el objetivo", recuerda.
"Cuando ganamos el oro en el combo, veías a mujeres que sabían lo que iban a hacer, veía un equipo profesional que saborea cada una de las competiciones. El milagro del combo solo se puede producir cuando alguien tiene pasión para pensar que los retos y los sueños se pueden conseguir", ha dicho.
Para volver a lo más alto, España tiene que volver a trabajar como se trabajaba antes. Esa es la receta para Tarrés: "Hay que insistir en la calidad individual de la nadadora, innovar con las posibilidades que tenga el equipo, buscar el talento que más se puede desarrollar y a partir de aquí, intentar hacer algo diferente que desestabilice lo establecido".
Contar con la mejor solista para los ejercicios de equipo, en este caso Ona Carbonell, tendría que ser "una obligación" para España. "Cuando empezamos éramos las que éramos y no nos podíamos permitir el lujo de pensar que podía ser de otra manera", asegura.
Duda Tarrés que el estilo que implementa España "copiado de Rusia"sea efectivo. "En Rusia, posiblemente la competitividad del equipo es tan alta que se pueden permitir intercambiar a las nadadoras. En los otros equipos tengo mis dudas", insiste.
Sin Carbonell, Tarrés cree que el equipo español "no está enseñando lo que tiene mejor" y explica que una cuestión a tener en cuenta es sobre la necesidad de tener un líder que motive al resto.
"Todos hemos vivido que Gemma Mengual pasó el relevo a Andrea Fuentes y ésta a Ona. ¿Qué relevo hay ahora? Creo que lo están buscando", ha dicho.
Tampoco entiende cómo se está gestionando el dúo, con la alineación de compañeras diferentes para Carbonell en técnico (Clara Camacho) y libre (Paula Klamburg).
"Personalmente y conociendo a las chicas, habría hecho otra apuesta. Que a un año de los Juegos aún se estén haciendo pruebas, lo veo un poco precipitado. Un Mundial puede ser un banco de pruebas, pero si no te sale bien, te puede costar muy caro", aventura.
Se pregunta Tarrés cuanto tiempo ha costado que España llegue a la elite: "¿20 años? Y cuesta muy poco perderlo todo. Hablamos de un deporte en el que romper estereotipos es difícil y mantenerse, también. Siempre gana el que trabaja más y mejor y esta motivación para trabajar más y mejor está relacionada con los resultados que obtienes".
Admite Tarrés que con ella al frente del equipo español, hubiera "hecho lo imposible" para que no pasara lo que se está viviendo y cree que en la vida "todo tiene un porqué".
"Hay que ser consciente de cómo se hacen las cosas, si se hacen bien o mal. Probablemente he sido una persona que ha sido difícil trabajar conmigo porque he sido poco fiel a una posible planificación, pero hay que variar el plan cuando las cosas son de otra manera", ha admitido.
Opina que en la vida "hay cosas que no puedes controlar al cien por cien", pero sí al cincuenta. "Puedes controlar tu manera de nadar, la de trabajar, la preparación física y la mental", insiste. EFE.